Las rocas espaciales suelen ser bastante predecibles: giran, orbitan, se deshacen un poco al acercarse al Sol y listo. Pero el cometa 3I/ATLAS, un visitante interestelar que viene de fuera del Sistema Solar, ha decidido salirse del libreto.
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Nuevas imágenes captadas por astrónomos aficionados han reavivado el debate: su cambio de velocidad no cuadra con las leyes habituales que describen el movimiento de estos objetos.
El astrofísico Avi Loeb, conocido por sus opiniones polémicas pero siempre bien calculadas, ha puesto sobre la mesa una idea inquietante: la aceleración de 3I/ATLAS no se comporta como la de un cometa natural típico, y podría estar ligada a algún tipo de propulsión propia.
No es que esté gritando “nave espacial” a los cuatro vientos… pero el misterio está servido.
Un cometa que acelera “demasiado bien” para ser normal
Según Loeb, los nuevos cálculos realizados a partir de imágenes tomadas entre el 22 y el 24 de noviembre muestran una cola y una anti-cola inusualmente largas.
En un cometa estándar, para lograr la aceleración detectada haría falta una pérdida de masa enorme en muy poco tiempo: básicamente, que el objeto se estuviera desintegrando a lo loco.
El problema es que 3I/ATLAS sigue viéndose bastante entero. La forma del cometa no refleja ese nivel de destrucción que justificaría su comportamiento, y ahí es donde empiezan las preguntas incómodas.
Como resumió Loeb, “la aceleración medida no se corresponde con la pérdida de masa observada”, una frase que ha encendido la discusión en la comunidad científica.
¿Propulsión propia o física que aún no entendemos?
Loeb no asegura que estemos ante una nave ni saca conclusiones de ciencia ficción. Su punto es más sutil: si un cometa se acelera de forma anómala y no se está desintegrando como debería, tal vez haya otro mecanismo en juego.
Ese “otro mecanismo” podría ser algún tipo de sistema de propulsión, incluso uno básico, que explique mejor los datos actuales. No hace falta imaginar motores al estilo Star Trek: bastaría con un proceso físico no identificado que actúe como impulso extra.
La idea, por supuesto, es controvertida, pero abre un margen de investigación que va más allá del simple “es un cometa raro y ya”.
La anti-cola que desafía al viento solar
Las imágenes tomadas desde Japón, España y Chile muestran un detalle especialmente llamativo: una anti-cola extremadamente densa apuntando hacia el Sol, como si algo estuviera empujando material en dirección contraria al viento solar.
En un cometa clásico, la cola suele alejarse del Sol porque el viento solar arrastra el gas y el polvo hacia afuera. Aquí, en cambio, la anti-cola parece tener la fuerza suficiente como para contrarrestar ese empuje, lo que plantea más dudas:
- ¿Está 3I/ATLAS expulsando material de una forma que no se había visto antes?
- ¿O se trata de un fenómeno completamente nuevo para un objeto interestelar?
En cualquier caso, no encaja del todo con los modelos estándar que describen el comportamiento de cometas provenientes del interior del Sistema Solar.
La fecha clave: el 19 de diciembre
El cometa 3I/ATLAS alcanzará su máximo acercamiento a la Tierra el 19 de diciembre, a una distancia segura, pero lo bastante cercana como para que los grandes telescopios entren en acción. Observatorios como el Hubble y el James Webb tendrán la oportunidad de estudiar su estructura, composición y dinámica con mucho más detalle.
Para Loeb, esta será la prueba de fuego: “el veredicto dependerá de los datos que lleguen en diciembre”, ha señalado. Hasta entonces, lo único seguro es que la naturaleza exacta de 3I/ATLAS sigue siendo una incógnita.
Un misterio entre la ciencia y la imaginación
Por ahora, lo más sensato es mantener el equilibrio: ni descartar el fenómeno como una simple rareza sin importancia, ni convertir al cometa en protagonista de una space opera improvisada.
Lo que sí está claro es que 3I/ATLAS se ha ganado un lugar especial en la lista de visitantes incómodos: esos objetos que obligan a revisar ecuaciones, modelos y, de paso, abrir un poco la mente.
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¿Se impulsa a sí mismo o solo refleja una física que todavía no se comprende del todo? La respuesta, como casi siempre en astronomía, llegará en forma de más datos… y probablemente de más preguntas.

