La idea de buscar vida en otra región del Universo, no sólo se trata de encontrar un planeta rocoso igual que la Tierra. Los astrónomos indagan en los alrededores de otros sistemas solares, para intentar hallar comportamientos similares a los que ocurren en la órbita de nuestra estrella central y sus ocho planetas.
PUBLICIDAD
Lee más sobre ciencia y espacio: [Así se ve una estrella que fue destrozada por un agujero negro: Hubble la captó a 600 millones de años luz de distancia]
En este sentido, una reciente investigación realizada con datos del Telescopio Espacial James Webb, encuentra hielo de agua en un sistema solar a 155 años luz de distancia de la Tierra.
Aunque parezca una obviedad o redundancia, se tiene que aclarar que lo encontrado fue hielo de agua, ya que anteriormente se han encontrado otros elementos congelados, como el hielo de dióxido de carbono, también conocido como hielo seco.
Lo que encontraron científicos de la NASA es muy similar a lo que ocurre en el cinturón de asteroides (Kuiper) o en los alrededores de los anillos de Saturno.
Es un hallazgo que, aunque no sea el indicio de vida como en nuestro planeta, sí nos habla de que hay comportamientos similares nuestro sistema solar en otras estrellas masivas de la Vía Láctea.

“El hielo de agua es un componente vital de los discos que rodean a estrellas jóvenes; influye considerablemente en la formación de planetas gigantes y también puede ser transportado por cuerpos pequeños como cometas y asteroides a planetas rocosos completamente formados”, dijo la NASA en una reseña de su blog oficial.
PUBLICIDAD
“Ahora que los investigadores han detectado hielo de agua con el telescopio Webb, han abierto la puerta a que todos los investigadores estudien cómo estos procesos se desarrollan de nuevas maneras en muchos otros sistemas planetarios”, añadieron.
Lo más llamativo de todo este asunto, es que se están registrando elementos similares a nuestro sistema solar, en una estrella llamada HD 181327, que apenas está en su etapa de nacimiento: tiene 23 millones de años de existencia, a diferencia de los 4.603 millones de años de nuestro Sol.