Una serie de claves importantes para entender el origen de nuestro Sistema Solar se escondería en el diminuto meteorito Erg Chech 002, una roca espacial muy particular con una edad de miles de millones de años.
En los últimos días hemos visto cómo estos minerales se han convertido en materia de obsesión para muchos miembros de la comunidad científica. Algunos son más serios que otros. Pero todos coinciden es que estas rocas constituyen una amplia evidencia y testimonio de su lugar de origen y sobre el nacimiento mismo de las galaxias de donde provienen.
Ahí tenemos el incómodo caso del físico de la universidad de Harvard Avi Loeb, quien clama haber encontrado algunos especímenes esféricos que provendrían de fuera de nuestro Sistema Solar y que podrían incluso, tal vez, según afirma él, parte una posible tecnología alienígena.
Pero por el contrario Erg Chech 002 podría guardar evidencias más tangibles y comprobables sobre el origen propio de nuestro planeta y sus astros vecinos que giran alrededor del Sol.
Por qué Meteorito Erg Chech 002 es ahora clave para entender el origen de nuestro Sistema Solar
En sentido estricto Erg Chech 002 es un fragmento de un protoplaneta que se formó hace más de 4.500 millones de años, cuando el sistema solar era bastante joven.
Este protoplaneta era lo suficientemente grande como para tener una corteza, un manto y un núcleo, y experimentar actividad volcánica y tectónica. Era único en su clase.
Pero fue destruido debido a una serie de colisiones con otros cuerpos celestes y sus restos se dispersaron por el espacio hasta llegar aquí a la Tierra.
De acuerdo con un artículo reciente del Daily Mail, Erg Chech 002 fue descubierto en mayo de 2020, justamente en la región de Erg Chech, en Argelia, contaría con un peso de 32 kilos y su composición sería muy diferente a la de la mayoría de los meteoritos.

De modo que ahora un equipo de investigadores australianos ha realizado un análisis más detallado, comprobando datos importantes sobre la presencia en su cuerpo de un isótopo radiactivo llamado aluminio-26, cuya distribución era un relativo enigma en el Sistema Solar temprano.
El aluminio-26 es un isótopo producido durante las explosiones de supernovas, y su presencia analizada en el meteorito Erg Chech 002 indica que nuestro Sistema Solar recibió una lluvia de material radiactivo proveniente de estrellas recién explotadas hacia el final de su formación.
La roca en su composición es también rica en silicio, potasio y sodio. Sería una piedra andesítica, que es relativamente común en la Tierra, pero muy rara en el espacio exterior.
Así que esto comprueba que hubo una gran diversidad de composiciones de corteza en los primeros momentos de existencia del sistema solar.
Al final la nueva investigación demuestra cómo estos meteoritos funcionan como cápsulas del tiempo que guardan testimonios de tiempos muy remotos.

