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Telescopio Espacial James Web: científicos aseguran haber encontrado rastros de los “monstruos celestiales”

Cúmulos globulares, que pueden contener hasta 1 millón de estrellas unidas gravitacionalmente, se encuentran muy cerca del Big Bang.

Cúmulo globular NGC 6540

El universo está lleno de maravillas cósmicas que despiertan nuestra curiosidad y asombro. Entre ellas se encuentran los enigmáticos cúmulos globulares, fenómenos estelares que desafían el paso del tiempo y nos brindan una visión fascinante de nuestro pasado cósmico.

Conocidos popularmente como “monstruos celestiales”, estos conglomerados de estrellas se han convertido en objeto de estudio para astrónomos y aficionados a la astronomía en todo el mundo.

Los cúmulos globulares son auténticas joyas del cosmos, formaciones esféricas compuestas por miles, e incluso millones, de estrellas que están unidas por la fuerza de la gravedad. Su estructura compacta y densa los convierte en auténticos oasis estelares en las galaxias que los albergan.

Están presentes en diferentes modelos teóricos, pero una reciente investigación citada en Europa Press, asegura que por primera vez en la historia se ha detectado un rastro químico de su presencia, según datos tomados del Telescopio Espacial James Webb.

La investigación es obra de un equipo científico compuesto por expertos de las universidades de Ginebra (UNIGE) y Barcelona, y el Institut d’Astrophysique de Paris (CNRS y Sorbonne University).

Estos fascinantes “monstruos celestiales” son remanentes vivientes de los albores del universo. Con edades que se remontan a unos asombrosos 10.000 o 13.000 millones de años o más, nos permiten viajar en el tiempo y observar cómo eran las galaxias en sus etapas iniciales. Estos vestigios de épocas pasadas son considerados algunos de los objetos más antiguos y masivos del universo conocido.

Ubicados principalmente en los halos galácticos y en las zonas cercanas a los núcleos de las galaxias, los cúmulos globulares se elevan como auténticas reliquias estelares en el cielo nocturno. La Vía Láctea, hogar de nuestra propia galaxia, alberga un estimado de 150 a 200 de estos “monstruos celestiales”.

Estas maravillas cósmicas no solo son objetos de belleza celestial, sino que también encierran secretos científicos profundos. Su estudio nos ha permitido comprender mejor la formación y evolución de las galaxias, así como los procesos de formación estelar en condiciones extremas. Los cúmulos globulares son verdaderos laboratorios naturales que nos ofrecen información valiosa sobre la vida y muerte de las estrellas.

La presencia de nitrógeno, captada por la herramienta de infrarrojo del Telescopio Espacial James Webb, es lo que sugiere que se han detectado estos sorprendentes fenómenos apenas 440 millones de años después del Big Bang.

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