Entretenimiento

Se revelaron varios de los cambios que tuvo Dragon Ball Super en su desarrollo para que tuviera “más profundidad”

Tatsuya Nagamine metió mano a escenas clave para humanizar personajes y afinar el tono.

Dragon Ball Super
Dragon Ball Super

A Dragon Ball se le mide por sus Kamehamehas, sí, pero también por sus silencios, dudas y miradas. Eso es lo que Megumi Ishitani puso sobre la mesa al recordar cómo Tatsuya Nagamine ajustó líneas y reacciones aparentemente mínimas que, en pantalla, volvían a los personajes más reales. No fue rescribir la serie: fue usar el storyboard como bisturí.

Te puede interesar: [¿Volverá Gotenks? Por qué su gran regreso a Dragon Ball pinta complicado]

Un legado que cambió de rumbo

La historia reciente de Dragon Ball Super quedó marcada por Tatsuya Nagamine: iba a supervisar la serie completa, pero saltó a la dirección de Dragon Ball Super: Broly (2018), película que terminó como fenómeno de taquilla y cariño fan.

Aun así, su huella siguió viva en el anime. Ishitani, también directora en Super, reveló en X que varias decisiones de Nagamine dieron “profundidad” a episodios concretos, especialmente en el arco del nacimiento de Bulla.


Microcambios, macroefecto: Trunks como niño real

Primer ajuste quirúrgico: la pregunta clásica de familia —“¿hermanito o hermanita?”—. El guion decía que Trunks “duda sinceramente”. En el storyboard de Nagamine, Trunks no duda: remata con un “¡Prefiero un hermanito!”.

Esa seguridad infantil, dice Ishitani, “le dio vida al personaje”. Segundo ajuste: Bulma le pide a Trunks que cargue a la bebé. El libreto pedía “cargar con miedo”; Nagamine lo convirtió en pánico auténtico y negativa inicial.

Resultado: más verosimilitud, más ternura y una escena que cualquiera reconoce de la vida real.

Cuando el storyboard es el director silencioso

Ishitani admite que sus primeras ideas buscaban “juegos visuales atractivos”, y que los boards de Nagamine la aterrizaron: menos pirotecnia, más intención.

Tanto así que para su debut como directora de episodio (el 107), cuando el tiempo se acababa, pidió expresamente que Nagamine completara parte de los boards. Él aceptó y entregó material “mucho más interesante de lo imaginado”, según ella.

A veces, la diferencia entre correcto y memorable es un plano sostenido a tiempo, una réplica que afirma en vez de dudar, o un gesto que dice “soy un niño y me asusta esto”.

Profundidad no es solemnidad (y Super lo agradece)

Las intervenciones no cambiaron tramas ni poderes; cambiaron cómo se llega a ellos. Que Trunks verbalice su preferencia o entre en pánico antes de cargar a Bulla no mueve la cronología, pero sí mueve al espectador: suma humanidad, ritmo, humor y verdad.

Es el tipo de capa que los fans más exigentes suelen pedirle a Super: menos autopilot y más carácter.

Broly, el desvío que terminó dando dirección

Que Nagamine dejara la supervisión de la serie para dirigir Broly se leyó como un “desvío”. Visto en perspectiva, fue brújula: la película consolidó su prestigio y, según Ishitani, su criterio siguió influyendo en el anime.

Los fans que citan Broly como “la mezcla justa de músculo y emoción” probablemente estén señalando el mismo músculo invisible: la dirección que convierte escenas funcionales en momentos que se quedan.

Un adiós que suena a clase magistral

Tras el anuncio del fallecimiento de Nagamine (20 de agosto de 2025), Ishitani compartió estas anécdotas con un matiz emotivo —y práctico—: dijo que él habría detestado la adulación vacía, así que prefirió contar qué hizo y por qué funcionó.

La lección queda clarísima: profundizar no es añadir capas de lore, sino mirar a los personajes como personas y decidir, con lápiz y cuadro, cómo respiran.

Lo que deja a Dragon Ball Super (y a quien venga después)

  • Personajes primero: incluso en un shōnen de golpes cósmicos, la emoción nace de elecciones pequeñas y reconocibles.
  • Storyboard con propósito: dirigir no es solo encuadrar bonito; es escoger la acción exacta que revela carácter.
  • Ritmo con humanidad: el gag, la duda, el pánico infantil… todo suma textura y vuelve recordables las escenas “de transición”.

Te puede interesar: [Cinco geniales personajes de Dragon Ball Z que GT arruinó por completo]

Dragon Ball seguirá subiendo transformaciones; la pregunta es si también seguirá subiendo el listón de sus microverdades. Si depende de la escuela Nagamine, la respuesta es un sí con rotulador grueso. Y si algo demostró Ishitani, es que esos “detalles” son, en realidad, la mitad del poder.

Tags

.

Lo Último