La Unión Europea empieza a presionar a todos los fabricantes de dispositivos tecnológicos para que todos los equipos del mundo utilicen el puerto USB-C, y ha fijado una fecha para que se convierta en el estándar universal.
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Un reporte de ComputerHoy menciona la nueva propuesta de la UE, que será discutida por las instituciones y los estados miembros.
Los debates sobre la tecnología USB-C se han intensificado desde su lanzamiento al mercado, especialmente entre los fabricantes de teléfonos inteligentes. Su llegada, en lugar de pasajera, parece que se convertirá en una estadía sin fecha de vencimiento.
La fecha que ha fijado la Unión Europea para que la conexión tipo C se estandarice y, por tanto, para que su propuesta tome forma, son dos años. Es decir, que aún las compañías tienen margen hasta 2024 de actualizar sus productos para que en ese entonces estén fabricados con USB-C.
Desde 2014, cuando empezó a utilizarse, el USB-C generó disconformidad entre algunos fabricantes. Desde hace ocho años, la UE ha dado un “tiempo de cortesía” para que las empresas utilicen esta tecnología, pero ahora parece que será obligatorio. Incluso para Apple.
¿Qué pasará con Apple?
A nivel general, varias empresas apuestan por el USB-C en sus diferentes dispositivos, pero en el caso de Apple, el accionar ha sido a medias.
Si bien es cierto que la compañía de Cupertino ya ofrece productos con este estándar como los iPad y las portátiles MacBook, sus smartphones como el iPhone 13 Pro Max todavía carecen de este puerto, manteniendo el clásico lightning.
Es imposible comparar los poderes de la Unión Europea y Apple, pero siendo un desarrollador tan importante en el mundo, puede poner trabas para retrasar la aprobación del proyecto sobre la universalidad de los puertos USB-C.
Por otro lado, la UE también está insistiendo en un camino más ecológico en cuanto las cargas de los teléfonos para que se genere menos basura electrónica.
Lo que pedirá la Unión Europea es que los fabricantes se pongan de acuerdo y generen un modelo estándar para la carga rápida, que se pueda utilizar con diferentes dispositivos y que, por lo tanto, se fabriquen menos cargadores. Un acuerdo que hoy parece muy difícil de alcanzar.