Cuando pensábamos que el drama más intenso del año era el de tu serie favorita, Nvidia y OpenAI llegan con un plot twist que sacude el mundo de la inteligencia artificial. Nada menos que una inversión de hasta $100 mil millones está sobre la mesa.
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Y aunque la cifra por sí sola ya impresiona, lo realmente jugoso está en los detalles: ¿cómo funcionará el acuerdo?, ¿qué significa para el resto de la industria?, ¿y quién se lleva el pastel de chips?
El (casi) matrimonio entre chips y cerebros
Según fuentes cercanas, Nvidia planea invertir una suma gigantesca en OpenAI —con $10 mil millones iniciales para arrancar— sin obtener derechos de voto. En resumen: ponen el dinero, pero no mandan.
A cambio, OpenAI podrá usar esos fondos para construir supercomputadoras lo suficientemente poderosas como para entrenar a la próxima generación de modelos de IA... o conquistar el mundo, ya veremos.
Pero claro, con cada gigavatio de capacidad costando unos $50 mil millones (según el CEO de Nvidia, Jensen Huang), los números no cierran tan fácil. La cuenta total asciende a unos $500 mil millones si se quiere construir toda la infraestructura prometida. Entonces...
¿Y el resto del dinero… de dónde?
Buena pregunta. Hasta ahora, OpenAI no ha revelado de dónde saldrá el resto de la plata. Microsoft, su socio de siempre, podría ser parte del plan. Pero aun así, la distancia entre lo que se promete y lo que hay en el banco es, digamos, amplia. Y sin comentarios oficiales por parte de OpenAI, el misterio continúa.
¿Qué pasa si OpenAI se vuelve (más) con fines de lucro?
Originalmente sin fines de lucro, OpenAI ha estado tanteando una transformación a corporación de beneficio público, lo cual abriría muchas más puertas a inversiones privadas.
Sin embargo, este cambio aún necesita luz verde legal en California y Delaware. Nvidia, por su parte, espera que el acuerdo se cierre solo si esa transformación se concreta.
¿Cómo afecta esto a la competencia?
El acuerdo tiene sabor a monopolio emocional. Nvidia, al volverse inversionista y proveedor principal de OpenAI, podría limitar el acceso de chips a otros rivales como Anthropic o incluso Microsoft.
Aunque desde Nvidia aseguran que “todos sus clientes son prioridad” (como si eso calmara a los celosos), el favoritismo es difícil de ignorar.
¿Y AMD? Bueno, ellos siguen intentando meterse en el juego, pero con este tipo de alianzas, su camino se vuelve aún más empinado.
¿Y qué pinta Oracle en todo esto?
Oracle había anunciado contratos gigantes con OpenAI, lo que le subió las acciones y dejó a Larry Ellison con una sonrisa de millonario satisfecho. Pero los analistas se preguntaban: ¿OpenAI realmente tiene cómo pagar esos contratos?
Ahora, con la billetera de Nvidia (y quizás otros más) apoyando desde el fondo, el panorama para Oracle podría lucir más sólido… siempre y cuando todo este rompecabezas se ensamble como esperan.
En resumen: ¿acuerdo visionario o jugada arriesgada?
Este megaacuerdo podría marcar el inicio de una nueva era en la inteligencia artificial, pero también está lleno de preguntas sin respuesta: ¿llegarán a completar los 10 gigavatios prometidos? ¿Cómo se mantendrá la transparencia sin derechos de voto? ¿Se viene una guerra de chips?
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Lo único claro por ahora es que el romance Nvidia–OpenAI tiene todos los ingredientes para seguir generando titulares. Y si de apuestas a futuro se trata, este drama tecnológico apenas está comenzando.

