Steve Jobs, el legendario co-fundador de Apple, es uno de los personajes que mayor fascinación han detonado entre los seguidores, aficionados y estudiosos de la historia reciente de las tecnologías de la información.
Donde lo cierto es que la trayectoria de este ilustre individuo con los chicos de Cupertino tiene varios puntos climáticos y dignos de análisis.
No hace mucho repasamos por ejemplo los cinco peores modelos de computadoras Mac lanzadas al mercado por su compañía (la gran mayoría en el periodo donde él no estaba al mando), o la historia detrás de la letra “i” detrás de cada producto portátil Apple.
Pero una anécdota en la que no muchos se detienen y que tal vez ni siquiera conocen es aquella historia en donde Steve Jobs estuvo a punto de morir calcinado hasta los huesos conduciendo su coche favorito en aquel entonces.
Se trata de un pasaje en su vida extraño, retorcido, que involucra música, amigos, drogas y terribles decisiones financieras de juventud detonadas por un capricho estético.
Cuando Steve Jobs casi muere quemado en su Fiat
Durante años los detalles sobre la vida de Steve Jobs en su periodo de juventud fueron pocos y confusos, incluso a pesar de la existencia de algunas producciones biográficas como la cinta Pirates of the Silicon Valley, pero eso cambió en el año 2011 con la publicación de Steve Jobs de Walter Isaacson.
Se trata de una biografía autorizada en la que el autor con el respaldo y soporte del cofundador de Apple nos compartió los pasajes más importantes de vida personal y profesional, dentro y fuera de la compañía que creó.
Es así como encontramos en los primeros apartados del libro una interesante serie de historias y anécdotas de la adolescencia y juventud temprana de Steve Jobs. Un periodo que se distinguió por su rebeldía y experimentación con drogas.
Los amigos de GEARICE acaban de resucitar la historia de uno de esos pasajes curiosos en la biografía de Jobs donde relata cómo el primer coche que tuvo, con apoyo de su padre, fue un Nash Metropolitan repintado con motor MG.
Pero Jobs no estuvo conforme y las arregló para juntar dinero y comprar mejor un cupé Fiat 850 rojo con motor Abarth, un vehículo de modelo muy popular a finales de los 60.
Según recoge el texto del sitio, cuando consiguió el auto también fue el mismo periodo en el que Jobs comenzó a experimentar con drogas, por lo que el muchacho no siempre estaba en sus cinco sentido.
De modo que una vez, en una de sus salidas vespertinas, Jobs conducía por Skyline Boulevard cerca de las montañas de Santa Cruz, cuando Tim Brown, su amigo más longevo y cómplice desde aquel entonces, le gritó: “¡Para, el coche se está incendiando!”
Efectivamente el vehículo se había prendido en llamas y el humo salía al por mayor del compartimento trasero y la carrocería. el coche al final quedó calcinado y Jobs hubiera muerto quemado si hubiera demorado más en salir del vehículo.