El cometa interestelar 3I/ATLAS ha generado preocupación entre los astrónomos debido a su activación prematura y su tasa de desgasificación inusualmente alta, incluso a grandes distancias del Sol.
Este comportamiento errático, capturado por diversos observatorios, ha llevado a la comunidad científica a extremar la vigilancia del objeto de cara a su máximo acercamiento en diciembre.

La principal “alerta” en torno al cometa 3I/ATLAS no es por una amenaza de impacto (su aproximación será a una distancia segura), sino por su comportamiento físico anómalo. Los cometas suelen incrementar su actividad (liberación de gas y polvo) de forma predecible a medida que se acercan al Sol. Sin embargo, 3I/ATLAS mostró signos de activación mucho antes de lo esperado.
- Desgasificación Temprana: Los expertos señalan que el cometa comenzó a expulsar grandes cantidades de hielo volátil y polvo de su núcleo a una distancia considerablemente mayor que la de los cometas típicos del Sistema Solar.
- Volatilidad Excepcional: Esto sugiere que la composición del 3I/ATLAS podría contener una proporción más alta de hielos altamente volátiles (como monóxido de carbono o dióxido de carbono) que se subliman a temperaturas muy bajas, lo que explica su “encendido” prematuro.
La importancia de la hiperactividad
Esta hiperactividad es crucial porque afecta la trayectoria del objeto y su estudio. La expulsión de gas y polvo no solo crea la espectacular coma y cola del cometa, sino que actúa como una serie de pequeños “cohetes” que alteran ligeramente la órbita. Este efecto de fuerzas no gravitacionales dificulta a los astrónomos predecir con total precisión la trayectoria final del cometa.

La intensa desgasificación, sobre todo en objetos pequeños y frágiles, siempre conlleva un riesgo, aunque sea mínimo, de que el núcleo del cometa pueda fragmentarse o desintegrarse. Si bien 3I/ATLAS ha mostrado estabilidad, su alta actividad mantiene a los expertos en alerta sobre posibles cambios súbitos en su estructura.
El próximo capítulo: La máxima aproximación
La vigilancia del 3I/ATLAS se intensificará a medida que se acerca su momento de máxima aproximación a la Tierra, fijado por la NASA para el 19 de diciembre.
Aunque la distancia de 70.6 millones de kilómetros garantiza la seguridad, este es el momento en que los telescopios terrestres podrán obtener los datos más detallados sobre los patrones de los chorros de gas y el estado del núcleo, ayudando a resolver el enigma de este visitante de otro sistema estelar.

