En medio de un intenso debate sobre su posible origen tecnológico, la NASA ha confirmado que el objeto interestelar 3I/ATLAS es un cometa natural.
Simultáneamente, la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) de la ONU lo seleccionó como pieza central de un simulacro global, poniendo a prueba la infraestructura de protección terrestre.
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El cometa interestelar 3I/ATLAS —el tercer objeto confirmado en visitar nuestro Sistema Solar desde otro sistema estelar— ha sido objeto de intensa especulación, alimentada por informes de su química inusual y teorías de académicos como Avi Loeb sobre posibles “tecnofirmas” alienígenas.

La NASA, tras un briefing muy esperado, ha vuelto a insistir en su postura de que “no es alienígena”. Según el organismo, los análisis exhaustivos de más de 20 misiones espaciales (incluyendo Hubble, JWST, y rovers en Marte) indican que el objeto “se ve y se comporta exactamente como un cometa”. Tiene un núcleo helado, una coma de gas y polvo, y su actividad aumenta de manera predecible con el calentamiento solar.
Los funcionarios de la NASA declararon explícitamente que no se han encontrado signos de patrones artificiales en la curva de luz, la química o la dinámica del objeto. Sin embargo, Loeb incluso ha sostenido que la nasa podría estar ocultando información.
El simulacro global de la ONU (IAWN): La prueba de fuego
Mientras la NASA clasificaba a 3I/ATLAS como un visitante natural, la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), un organismo coordinado por las Naciones Unidas, lo seleccionó como objetivo principal para su ejercicio global de defensa planetaria.

La campaña se extiende desde finales de noviembre de 2025 hasta finales de enero de 2026. El objetivo no era responder a un peligro real, sino practicar y estresar la infraestructura global de seguimiento, depurando procesos y mejorando la determinación precisa de la órbita de objetos difusos como los cometas.
“Taladro sin Peligro”
Aunque algunas fuentes periodísticas utilizaron un lenguaje dramático sobre la “activación de las defensas terrestres”, la IAWN ha sido clara: el 3I/ATLAS “no representa ninguna amenaza” para la Tierra. Su máxima aproximación (19 de diciembre de 2025) será de unos 270 millones de kilómetros, casi el doble de la distancia entre la Tierra y el Sol.
Para los expertos en defensa planetaria, 3I/ATLAS fue un objetivo de prueba perfecto: científicamente complejo, de alto perfil mediático y, lo más importante, totalmente seguro, lo que permitió a los equipos depurar sus sistemas sin riesgos. Se le llamó un “taladro” porque la palabra taladro es la traducción directa al español de la palabra inglesa "drill," que en el contexto militar, de seguridad o de ingeniería significa simulacro, ejercicio de práctica, o entrenamiento intensivo.
Por ende, se suele señalar, al traducir, que van a “taladrar” la seguridad, en resumen “ponerla a prueba duramente”, como cualquier material expuesto a un taladro.
Un viajero químicamente inusual
A pesar de ser natural, 3I/ATLAS es científicamente extraordinario. Los datos espectrales del Telescopio Espacial James Webb (JWST) y la misión SPHEREx revelaron su composición única.

La coma es inusualmente rica en dióxido de carbono (CO₂). Los científicos creen que una capa superficial de CO₂ de hasta 20 metros de espesor se formó durante sus 7.000 millones de años de viaje a través del espacio interestelar, modificada por la radiación cósmica.
La hipótesis predominante es que 3I/ATLAS es un trozo de otro sistema estelar, ofreciendo una oportunidad única para estudiar el hielo virgen que probablemente predata la formación de nuestro Sol, proporcionando información clave sobre si los bloques de construcción de la vida son comunes en la galaxia.

