El cometa 3I/ATLAS ha consolidado su estatus como el tercer objeto interestelar jamás detectado por la humanidad, siguiendo los pasos de ‘Oumuamua y 2I/Borisov. Su descubrimiento en julio de 2025 por el sistema de telescopios ATLAS en Chile confirmó lo que su órbita hiperbólica sugería: este objeto no pertenece a nuestro Sistema Solar y está de paso a una velocidad inmensa.
Su viaje, una vez detectado, ha sido una carrera contra el tiempo para los astrónomos, ya que el cometa es imparable y solo hará una pasada por nuestro vecindario antes de regresar al vacío interestelar.

Cronología de su travesía y observación
Los científicos han aprovechado cada etapa de su aproximación para recopilar datos, incluyendo:
- Máxima Aproximación Solar (Perihelio): Su punto más cercano al Sol ocurre a finales de octubre de 2025, proporcionando una oportunidad crítica para observar cómo el calor solar afecta a su inusual composición.
- Paso por Marte: El 3 de octubre de 2025, el cometa pasó relativamente cerca de Marte, permitiendo que sondas y telescopios en la órbita marciana intentaran capturar imágenes detalladas de un objeto tan prístino.
El cometa está en una fase de máxima actividad a medida que abandona el calor del Sol, lo que ha provocado que su coma y su cola sean más fáciles de estudiar para revelar su verdadero origen.

El impacto duradero: Anomalías que fijan la agenda científica
El verdadero impacto del 3I/ATLAS no es su velocidad, sino las sorpresas que ha revelado su composición. A diferencia de los cometas típicos de nuestro Sistema Solar, las observaciones espectroscópicas del Very Large Telescope (VLT) han detectado:
- Níquel Atómico sin Rastro de Hierro: Esta es una composición inédita. En el espacio, el níquel casi siempre se encuentra junto al hierro. Esta anomalía sugiere que la química que dio origen al 3I/ATLAS en su sistema estelar natal es fundamentalmente diferente a la de nuestro vecindario cósmico.
- Aceleración Anómala: El cometa muestra una aceleración no gravitacional que no se explica completamente por la sublimación de sus gases, alimentando el debate sobre su origen y su naturaleza física.
Estas sorpresas químicas y dinámicas aseguran que el cometa seguirá “dando de qué hablar” en los círculos científicos durante años, incluso después de que desaparezca de nuestros telescopios a principios de diciembre de 2025, marcando un antes y un después en la comprensión de los bloques de construcción de otros sistemas solares.

