La NASA, en colaboración con DARPA (la agencia investigadora del Pentágono) ha desenterrando un viejo sueño del pasado: los cohetes nucleares.
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La historia comienza en los años 50 con el Project Rover, una iniciativa de la Fuerza Aérea de Estados Unidos para desarrollar misiles intercontinentales con propulsión nuclear.
La idea se trasladó a la NASA y a la Comisión de Energía Atómica bajo el nombre de NERVA (Nuclear Engine for Rocket Vehicle Applications). El concepto era simple: usar un reactor nuclear para calentar hidrógeno líquido y expulsarlo por una tobera de cohete, generando un empuje increíblemente eficiente.
¿Qué pasó con NERVA?
En teoría, el plan de NERVA sonaba como la receta perfecta para la exploración espacial pero, en la práctica, las cosas no fueron tan fáciles: las temperaturas extremas, la corrosión por hidrógeno y la falta de gravedad hicieron que el proyecto NERVA tropezara en cada paso.
Así, después de construir 23 prototipos, el proyecto fue cancelado en 1973, cuando la NASA decidió enfocar sus esfuerzos en la órbita baja terrestre.
¿Por qué volver a esta tecnología después de medio siglo de silencio?
En 2020, DARPA decidió resucitar la idea, impulsada por el avance de China en el espacio. Así nació el proyecto DRACO (Demonstration for Rocket to Agile Cislunar Operations), una colaboración entre DARPA, la NASA y Lockheed Martin, con un contrato de US $500 millones. ¿El objetivo? Lanzar un demostrador tecnológico para 2027.
¿Qué hace que DRACO sea diferente?
Draco difiere de NERVA en velocidad y eficiencia. Se estima que con este nuevo tipo de cohete nuclear, los viajes a Marte podrían reducirse a tres o cuatro meses, en lugar de los seis a nueve meses que, se estima, podrían tardar.
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Otro aspecto relevante es que, además, DRACO utiliza uranio de bajo enriquecimiento (HALEU), una fórmula que promete minimizar los riesgos y complicaciones regulatorias.
La empresa BWXT Technologies, encargada de construir el reactor, asegura que su nueva fórmula de combustible puede soportar las extremas temperaturas del reactor sin agrietarse. A pesar de esto, aún enfrentan problemas persistentes como la corrosión por hidrógeno y el desprendimiento de material del núcleo.
¿Necesita el mundo cohetes nucleares?
Menos tiempo de viaje en el espacio significa menor exposición a la radiación y menos provisiones necesarias para misiones a Marte, lo que podría mejorar significativamente la salud y seguridad de los astronautas. Además, los cohetes nucleares podrían revolucionar el transporte en el espacio cercano, actuando como “remolcadores espaciales” entre la Tierra y la Luna.
Ahora bien, no todo es entusiasmo: algunos críticos cuestionan la verdadera necesidad de estas naves frente a las alternativas químicas más avanzadas, mientras que otros temen que estos avances puedan acelerar la militarización del espacio.