El Telescopio Espacial James Webb, mejor conocido entre la comunidad como el JWST, por sus siglas en inglés, fue lanzado al espacio apenas en diciembre del pasado año 2021 y en ese corto pero extraordinario periodo de tiempo se las ha arreglado para ser la pieza clave de múltiples avances en la historia de la exploración espacial y la compresión de los astros dentro y fuera de nuestro sistema solar. Se trata de un instrumento parteaguas que está marcando un antes y un después para el sector, pero ¿alguna vez se han preguntado de dónde salió su nombre?
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Es momento de descubrir quién fue el verdadero James Webb, ese sujeto ejemplar pero no tan famoso como Carl Sagan y otros hombres de las estrellas por su formación académica, pero que aún así, siendo un forastero a su modo, se las arregló para marcar un legado tan consistente y profundo como para que la Agencia Espacial de la NASA avalara nombrar así su telescopio más potente en toda la historia.
Y es que la herencia de este sujeto va más allá de su nombre para el JWST, su visión, que defendió con fervor durante su periodo activo en la segunda mitad del siglo XX es hoy por hoy también un elemento esencial que marca las bases de hacia dónde apunta la agencia especial en el corto y mediano plazo, con proyectos tan ambiciosos como las misiones Artemis que regresarán al ser humano a la Luna.
¿Quién fue James Webb y por qué el telescopio se llama así?: Un visionario al mando de la NASA
James Edwin Webb nació un 7 de octubre de 1906 en Carolina del Norte, Estados Unidos. Vivió en entorno rural relativamente y creció junto con la naciente nación que confrontó duros momentos históricos, como la primera guerra mundial y el gran colapso económico de 1929. Aún así James tuvo oportunidad de estudiar en la Universidad de Carolina del Norte (la misma de Michael Jordan), donde recibió una licenciatura en educación en 1928.
Tras las crisis económica terminó enrolándose para convertirse en teniente coronel en la Infantería de Marina y sirvió como piloto en servicio activo desde 1930 hasta 1932. Terminando dicho periodo estudió derecho en la Universidad George Washington de 1934 a 1936 y fue admitido al Colegio de Abogados del Distrito de Columbia, lo que lo llevó a involucrarse cada vez más en la vida política y el servicio público de Estados Unidos.
Su trayectoria profesional lo llevó a ocupar poco a poco puestos de alto nivel en el gobierno de su país, incluyendo la dirección de la Oficina de Administración y Presupuesto y la Subsecretaría de Estado. Una posición estratégica y altamente burocrática; sin embargo, su mayor impacto para la comunidad científica sucedería en el año de 1961, cuando fue nombrado segundo administrador de la NASA.
Bajo el liderazgo de Webb, la agencia espacial estadounidense vivió la que hoy a la distancia podemos considerar como su época dorada. Él fue quien estuvo a cargo durante todo el proceso de supervisión y ejecución de esas misiones históricas que incluso han terminado en el cine y los libros, como el programa Apolo, que culminó con Neil Armstrong pisando el suelo de la Luna en 1969.
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Webb también fue clave en el desarrollo de otros proyectos ambiciosos, como el telescopio espacial Hubble, ancestro directo del JWST y que durante décadas había fungido como el eje y pilar fundamental de la astronomía y la observación de los astros en prácticamente todo el planeta.
La visión de James Webb vive en su telescopio
El muchacho nunca tuvo una formación científica profunda como muchos de los hombres más determinantes para la historia de la exploración espacial, sin embargo tuvo la firmeza como para no quitar nunca el dedo del renglón y mantuvo vivos los programas que llevaron al ser humano a las estrellas en plena Guerra Fría.
Encima, la visión de James Webb no se limitaba a la exploración espacial cercana, le fascinaban los misterios del universo profundo y creía en la importancia de la ciencia espacial para comprender nuestro lugar en el mapa infinito del cosmos. Así lo recoge un reportaje de la BBC en el año 2021 justo en el marco del lanzamiento del JWST:
“Webb creía además que la NASA debía alcanzar un equilibrio entre los vuelos espaciales tripulados y la ciencia, pues eso ayudaría a fortalecer la educación universitaria y la industria aeroespacial estadounidense.”
Su perspectiva de todo lo llevó a impulsar el desarrollo de telescopios espaciales más potentes, sentando con ello las bases para el JWST. Es así como su legado trasciende el tiempo.
James Webb falleció en 1992, dejando una marca imborrable en la historia de la exploración espacial. Pero sigue vivo a su modo, allá en las estrellas.
