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El espectáculo que nunca fue: ¿Por qué la tormenta solar más potente desde 2017 no iluminó el cielo?

La compleja interacción entre la actividad solar y el campo magnético de la Tierra, lo que puede derivar en auroras boreales, se explica con este evento.

El Sol está atravesando uno de los momentos más álgidos de su ciclo natural de aproximadamente 11 años de duración. Gracias a ello es que hemos sido testigos de imponentes llamaradas, conocidas por ser explosiones de energía y radiación, y también tormentas solares, que son el resultado de la interacción entre el viento solar y el campo magnético terrestre, impactando de diferentes formas al resto del sistema solar. En ese contexto, la Tierra fue testigo de la tormenta solar más intensa desde el 2017. Ocurrió el pasado el 24 de marzo, justo dos días después de que el Sol emitiera una potente llamarada solar de clase X.

Dicho fenómeno, conocido como eyección de masa coronal (CME), envió plasma supercaliente hacia nuestro planeta, provocando una tormenta geomagnética severa de clase G4. ¿La novedad? Es que a pesar de la fuerza de la tormenta, el fenómeno no produjo las auroras boreales que se esperaban.

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¿Por qué no hubo auroras boreales?

El mismo 24 de marzo, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA) emitió una alerta anticipando la posibilidad de ver auroras boreales desde Alabama hasta el norte de California, debido a los efectos de la tormenta.

No obstante, el desplazamiento del campo magnético de la Tierra hacia el norte, conocido como BZ, impidió que las partículas solares ingresaran a nuestra atmósfera de forma que se produjeran auroras visibles en Europa y América del Norte.

Cómo se forman las auroras boreales

Y es que las auroras boreales son el resultado de partículas energizadas del sol colisionando con la atmósfera de la Tierra. Estas partículas se canalizan hacia los polos de nuestro planeta por el campo magnético terrestre, donde energizan las moléculas atmosféricas y crean evidentes exhibiciones de luz.

En este caso, la orientación norte del BZ durante el evento actuó como una barrera, logrando bloquear la entrada de estas partículas.

Al respecto, la física solar Tamitha Skov explicó a través de su cuenta de X, red social antes conocida como Twitter, que es importante que el BZ esté dirigido hacia el sur para que se generen auroras visibles.

Básicamente, a pesar de las fuertes tormentas geomagnéticas, si el BZ se orienta hacia el norte, las posibilidades de observar auroras se vuelven prácticamente nulas.

Con todo, esta experiencia nos sirve para entender mejor la compleja interacción entre la actividad solar y el campo magnético de la Tierra, lo que puede derivar en auroras boreales u otro tipo de fenómenos dependiendo de las condiciones presentes en el momento.

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