A pesar de los impresionantes avances de la ciencia y exploración espacial, el Sistema Solar sigue lleno de misterios que se encuentran a la espera de ser descubiertos. Uno de estos tantos, conocidos como los aviones de Júpiter, acaba de ser detectado por las grandiosas herramientas del Telescopio Espacial James Webb.
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Leer la palabra aviones nos hace pensar (a los que ignoramos la terminología científica) en las naves voladoras que tenemos en la Tierra. Pero no es así. Se trata de un concepto astronómico llamado “jet stream”, del cuál su traducción correcta es “corriente de chorro”, para referirse a las corrientes de elementos que transitan por los alrededores de Júpiter, el gigante gaseoso de nuestro Sistema Solar.
Los “aviones” que el Telescopio Espacial James Webb captó en el ecuador de Júpiter son específicamente nubes de cristales de hielo. Suelen formarse en la atmósfera superior del planeta. Estas nubes son muy delgadas y transparentes, por lo que solo se pueden ver con telescopios potentes.
Una reseña de Gizmodo explica que los aviones se forman cuando el aire caliente y húmedo de la atmósfera inferior asciende y se enfría. A medida que el aire se enfría, el vapor de agua se condensa en cristales de hielo. Estos cristales de hielo son muy pequeños y ligeros, y pueden flotar en la atmósfera durante mucho tiempo.
Las “corrientes de chorro” son un fenómeno común en Júpiter, pero nunca antes se habían visto con tanta claridad. Las imágenes del Telescopio Espacial James Webb muestran que los aviones son mucho más grandes y complejos de lo que se pensaba anteriormente.
“Esto es algo que nos sorprendió totalmente”, dijo el autor principal del estudio, Ricardo Hueso, de la Universidad del País Vasco en Bilbao, España, en una reseña del portal de la NASA.
“Lo que siempre hemos visto como neblinas borrosas en la atmósfera de Júpiter ahora aparecen como características nítidas que podemos rastrear junto con la rápida rotación del planeta”, añadió el científico.
Este maravilloso fenómeno es importante para comprender la atmósfera de Júpiter. Puede ayudar a los científicos a estudiar la circulación atmosférica del planeta y la composición de la atmósfera superior.