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Saturno, el asesino de lunas que utilizó los restos para formar sus anillos

Así se formaron los anillos del planeta.

Saturno

Los anillos y satélites de Saturno están llenos de misterios. El último descubrimiento que rodea al sexto planeta del Sistema Solar sugiere que el segundo mundo en tamaño y masa alguna vez tuvo una luna llamada “Chrysalis”, que aparentemente se rompió en pedazos y se convirtió en lo que vemos ahora como sus anillos planetarios.

El estudio publicado en la revista Science y citado en un informe del sitio web de Slash Gear añade que Chrysalis fue destrozada por las fuerzas de marea del gigante gaseoso después de que se acercó demasiado, lo que le dio la etiqueta de “asesino de lunas”.

Saturno gira con una inclinación de aproximadamente 27 grados, pero hasta ahora, los científicos han sospechado que las interacciones gravitacionales con Neptuno son responsables de ello. Sin embargo, los datos sugieren que el planeta se salió de la influencia de resonancia orbital del planeta vecino hace un tiempo.

Explicación de la teoría

Los científicos sostienen que Saturno alguna vez tuvo 84 lunas, en lugar de los 83 satélites naturales que se conocen actualmente. Esta luna perdida, que el equipo ha llamado Chrysalis, puede haber dado la vuelta a Saturno durante miles de millones de años y también mantuvo intacta la interacción de resonancia del planeta con Neptuno.

Saturno

Sin embargo, debido a perturbaciones orbitales, Chrysalis se desestabilizó y comenzó a acercarse demasiado a Saturno hace unos 160 millones de años.

Para comprender cómo pudieron haber ocurrido los eventos, los expertos eligieron la luna Lapetus de Saturno como referencia y crearon otro satélite llamado Chrysalis para estudiar la dinámica planetaria. El equipo ejecutó 390 procesos de simulación y, en algunos de ellos, Chrysalis colisionó con otros satélites o se alejó de su trayectoria orbital.

Curiosamente, de las 390 rondas de simulación, 17 pruebas implicaron que Chrysalis se acercó demasiado a Saturno y posteriormente fue desgarrada por las fuertes fuerzas gravitatorias.

Los restos de la luna destruida flotaron en órbita durante un tiempo y, con el paso del tiempo, se rompieron en fragmentos helados más pequeños y formaron los anillos que vemos hoy día.

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