Astrónomos de la Universidad de Alicante (UA) de España y del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona (UCCUB) han descubierto la existencia de un asteroide troyano terrestre de un kilómetro de diámetro tras 10 años de investigación.
Los asteroides troyanos terrestres son pequeños objetos que orbitan alrededor de los denominados puntos lagrangianos L4 o L5 del sistema Sol-Tierra, que siguen la órbita de nuestro planeta alrededor del Sol, y hasta la fecha solo han sido descubiertos dos. El reciente ha sido bautizado como 2020 XL5.
El equipo internacional de expertos, liderados por el investigador Toni Santana-Ros, publicaron los resultados de su estudio este 1 de febrero en la revista Nature Communications, y confirmaron en un comunicado que 2020 XL5 tiene poco más de un kilómetro de diámetro, tres veces más grande que el primer asteroide troyano del que se supo, el 2010 TK7, que orbita alrededor del punto de langrange L4.
Santana-Ros explicó a EFE que los puntos langrangianos son “zonas de gran estabilidad en las que un cuerpo puede permanecer en órbita” y resaltó que precisamente “la órbita de 2020 XL5 es lo que le hace distinto del resto de objetos cercanos a la Tierra”.

Es un asteroide “transitorio”
En un comunicado oficial de la Universidad de Barcelona, el autor principal de la investigación argumentó que el 2020 XL5 es un asteroide transitorio.
“El 2020 XL5 es el segundo asteroide troyano terrestre transitorio conocido hasta ahora, y todo indica que permanecerá como troyano, es decir, que estará situado en el punto de Lagrange durante 4.000 mil años, por lo que se le califica como transitorio”.
Aunque ya hace décadas que se sabe que hay asteroides troyanos en otros planetas como Venus, Marte, Júpiter, Urano y Neptuno, no fue hasta hace 10 años que se encontró el primer asteroide troyano terrestre.
Los astrónomos han descrito muchas estrategias de observación para detectar nuevos troyanos de esta clase: “Ha habido muchos intentos previos de encontrar troyanos terrestres, incluidos los estudios in situ, como la búsqueda dentro de la región L4 que llevó a cabo la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA, o la búsqueda en la región L5, realizada por la misión Hayabusa-2 de la JAXA”.

¿Cómo observaron el 2020 XL5?
El poco éxito de las búsquedas anteriores se puede explicar por la geometría de un objeto que orbita los puntos L4 o L5 del sistema Tierra-Sol, visto desde nuestro planeta. Estos objetos suelen ser observables cerca del Sol, y la ventana de tiempo de observación entre el asteroide que se eleva por encima del horizonte y la salida del sol es, por tanto, muy pequeña.
Por esta razón, los astrónomos enfocaron los telescopios en un punto bajo del cielo, donde las condiciones de visibilidad son malas y con la desventaja extra de la luz solar inminente, que satura la luz de fondo de las imágenes al cabo de pocos minutos de haber comenzado la observación.
Para solucionar este problema, el equipo llevó a cabo una búsqueda con telescopios de 4 metros mediante la cual se pudieran realizar observaciones en estas condiciones, y finalmente obtuvieron los datos de los telescopios Lowell Discovery, de 4,3 metros, en Arizona (Estados Unidos), y SOAR, de 4,1 metros, operado por el NOIRLab de la National Science Foundation, en Cerro Pachón, Chile.
El descubrimiento de los asteroides troyanos terrestres es muy significativo, porque pueden contener un registro de las primeras condiciones de la formación del sistema solar, ya que los troyanos primitivos podrían haber estado coorbitando los planetas durante su formación, y también añaden restricciones a la evolución dinámica del sistema solar. Además, los troyanos terrestres son candidatos ideales para posibles misiones espaciales futuras.
