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Estas peleas de Dragon Ball no son tan buenas como las recuerdas: dejemos de exagerar

La saga tiene combates míticos, sí… pero no todos merecen altar.

Goku y Vegeta - Dragon Ball Z
Goku y Vegeta - Dragon Ball Z

Amar Dragon Ball no obliga a tatuarse cada pelea. Con los años, muchas batallas crecieron por el recuerdo, los memes y los AMVs, no por su calidad real. Aquí va un repaso —con cariño, pero sin vendas— de esos choques que el fandom celebra en exceso y que, revisados hoy, se quedan cortos en narrativa, animación o simple coherencia.

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Guerreros Z vs. Freezer: relleno con brillo

El formato “aguantar hasta que llegue Goku” funciona… a veces. Frente a Freezer, el equipo (Vegeta, Gohan, Krilin y Piccolo) luce aplicado, pero la diferencia de poder es tan absurda que todo parece un trámite alargando el reloj.

Para colmo, las formas intermedias de Freezer y el arribo tardío de Goku podrían recortarse sin que el arco pierda nada esencial.


Vegeta y Trunks del Futuro vs. Cell: tres asaltos, pocas ideas

La manipulación de Vegeta para dejar evolucionar a Cell está bien contada y el fracaso de Trunks ilustra que “poder sin cerebro” no alcanza. Pero alrededor de esos picos, la coreografía es plana, la pelea se siente mal ubicada en el ritmo del arco y el Final Flash brilla… para no conseguir nada.

Gohan vs. Cell: épico en guion, flojo en pelea

El clímax de Gohan como SSJ2 es oro puro en historia y emoción. El problema: la pelea como tal es un toma y daca sin gran inventiva, con menos creatividad que el combate previo de Goku vs. Cell.

Irónicamente, si la coreografía fuera mejor, podría arruinar el timing dramático que hace inolvidable esta saga.

Goku vs. Majin Vegeta: mejor insinuado que mostrado

En el manga, casi todo ocurre fuera de viñetas, reforzando la idea de que la revancha de Vegeta es vacía y egoísta. El anime la muestra completa y, sí, espectacular; pero pierde la metanarrativa y convierte a Majin Vegeta en “cool”, cuando debía sentirse patético en su caída.

Gohan vs. Super Buu: bostezo con capa

La versión “Definitiva” de Gohan vuelve engreído y monocorde, y Buu en su forma más aburrida no ayuda. Entre acción insulsa y cero progresión del personaje, el choque palidece frente a Gotenks vs. Buu y al show de Vegetto. Para ser la última gran pelea de Gohan en Z, sabe a despedida triste.

Goku/Vegeta/Trunks vs. Goku Black y Zamasu: guion en modo loop

Hay destellos visuales y alguna coreografía inspirada, pero la historia patina: repetición de combates, consecuencias difusas y transformaciones sacadas del sombrero (hola, Furia y Espada de la Esperanza). La vuelta de Vegetto luce por un capítulo… y no cambia nada.

Maestro Roshi en el Torneo del Poder: nostalgia que desordena

Ver a Roshi repartir clase emociona, pero choca con su propio arco de retiro y relevo a Goku/Ten Shin Han. Convertirlo en verdugo del Universo 4, o enfrentarlo de tú a tú con Frost (y en manga, con Jiren) le resta peso al torneo y desarma su cierre clásico en Dragon Ball.

Vegeta vs. Toppo (Dios de la Destrucción): promesa que se desinfla

La premisa es tremenda: Toppo sacrifica su justicia para abrazar la destrucción. Luego, el drama se esfuma, Vegeta no evoluciona de verdad, y todo cierra con una Explosión Final que ni siquiera remata al rival. Ese debía ser el momento de la Evolución Azul con impacto real, y no lo es.

Goku y Vegeta vs. Granolah vs. Gas: potencia sin propósito

La segunda mitad del arco se vuelve pelea interminable por “quién es más fuerte del universo”. Ultra Instinto Verdadero y Ultra Ego debutan… sin consecuencias. Con Granolah y Gas poco carismáticos, el festival de golpes carece de ideas y memoria emocional.

Gohan y Piccoro vs. Cell Max: déjà vu con esteroides

Visualmente potente, narrativamente reciclada. Cell Max como kaiju puede tener lógica por Piccolo gigante, pero el clímax relega a Piccoro para repetir la fórmula “Gohan enfurecido, nueva forma, fin”.

Gohan Bestia divide por diseño, la coreografía es correcta sin brillar, y el eco del arco de Cell original pesa más que lo que la película propone.

Entonces… ¿por qué las sigue amando el fandom?

Porque los momentos (transformaciones, frases, poses) pesan más que los minutos de pelea; porque la música y el contexto elevan la memoria; y porque Dragon Ball es experiencia compartida antes que anatomía de combate.

Aun así, vale separar épica emocional de calidad del duelo: algunas batallas son legendarias por lo que significan, no por cómo están peleadas.

Moraleja para el rewatch

Al volver a ver la serie, conviene preguntar: ¿la pelea cuenta algo nuevo del personaje? ¿La coreografía sorprende? ¿La animación acompaña? ¿Las decisiones cambian el tablero?

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Si la respuesta es “no” en cadena, quizá el recuerdo exageró un poco. Se puede seguir queriendo Dragon Ball —mucho— y admitir que no todo lo que brilla era oro de pelea.

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