La muerte en Dragon Ball es más un descanso que un final. Con las Dragon Balls al alcance de todos, cualquier tragedia puede anularse con una frase bien formulada. Pero ¿qué pasaría si algunas muertes realmente hubieran sido permanentes? ¿Si esos momentos dramáticos no terminaran en un “no pasa nada, lo revivimos”? Pues habría más lágrimas, más peso emocional... y quizás una historia más impactante.
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Vegeta: su primera muerte fue todo un poema saiyajin
La caída de Vegeta en Namek, frente a Freezer, fue una clase magistral de humanidad. Por primera vez, el orgulloso príncipe bajaba la guardia, derramaba lágrimas y pedía justicia para su pueblo.
Si ese hubiera sido su adiós definitivo, se habría consagrado como un mártir, y Goku habría tenido una razón aún más poderosa para derrotar a Freezer. Aunque su regreso nos regaló muchos momentos gloriosos, nada supera la carga emocional de esa primera despedida.
Piccoro: el villano que se volvió héroe... y se sacrificó por un niño
Cuando Piccoro se interpuso entre Nappa y Gohan, todo cambió. Pasó de ser el némesis de Goku a convertirse en un protector y figura paterna de Gohan. Su muerte fue un cierre perfecto para su redención. ¿Era necesario traerlo de vuelta? Quizás no.
¿Nos alegramos de verlo otra vez? Por supuesto. Pero si ese sacrificio hubiera sido su último acto, habría sido perfecto.
Maestro Roshi: cuando fallar al usar el Mafuba te cuesta la vida
La muerte de Roshi contra el Rey Piccoro fue trágica y noble. El maestro se sacrificó para proteger al mundo, y si esa hubiera sido su salida, habría dejado un legado inolvidable. Total, en Dragon Ball Z apenas hace algo… hasta que llega Dragon Ball Super a convertirlo en peleador sorpresa.
Krilin: la segunda fue la vencida
Krilin ha muerto varias veces, pero su segunda muerte —la que dispara la furia de Goku y lo convierte en Super Saiyan— es legendaria. Si hubiese sido su final definitivo, habría quedado como el mártir definitivo de la saga. Además, darle a Goku un motivo eterno para odiar a Freezer no habría estado nada mal.
Ten y Chaoz: guerreros que merecían un cierre digno
Ambos se lucieron en los torneos originales, pero su relevancia fue decayendo. Sus muertes a manos de Nappa fueron valientes. Si no los hubieran revivido, sus sacrificios se sentirían como una gran pérdida y no como un breve intermedio.
Kaio-sama: ¿broma eterna o trágica pérdida?
Sí, técnicamente sigue muerto. Pero nadie lo toma en serio porque sigue haciendo chistes con su halo. Si su muerte hubiera tenido consecuencias reales, incluso Goku podría haber asumido el rol de Kaio del Norte como redención.
Milk: un huevo con mensaje
Ser transformada en un huevo por Majin Buu no suena a muerte heroica, pero perder a Milk podría haber cambiado drásticamente la dinámica familiar. ¿Goten creciendo sin madre? ¿Goku lidiando con una pérdida real? Otro nivel.
Bora: el padre caído que nunca debió volver
La muerte de Bora fue uno de los momentos más crudos del Dragon Ball original. Goku, siendo niño, buscó justicia. Pero traerlo de vuelta diluyó el mensaje. Si hubiera sido permanente, habría dejado una poderosa lección de pérdida e injusticia.
Yamcha: el meme que pudo ser leyenda
El pobre Yamcha. Su muerte a manos de un Saibaman se volvió chiste eterno. Pero si no lo hubieran revivido, se habría ganado algo de respeto. Su sacrificio sería una advertencia seria: el campo de batalla no perdona.
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Goku: su segunda muerte fue un cierre casi perfecto
Goku murió heroicamente contra Cell, confiando en que Gohan podría tomar su lugar. El anime casi lo deja fuera… pero no. Volvió, como siempre. Sin embargo, si se hubieran atrevido a dejarlo ir, Dragon Ball Z habría tenido uno de los finales más poderosos del anime.

