Todos hablan de Goku y Vegeta, pero si hay un personaje que lleva años librando una pelea interna más intensa que cualquier Kamehameha, es Piccoro. ¿Villano? ¿Maestro? ¿Padre? ¿Guardián? ¿Namekiano? ¿Terrestre? El ex “Rey Demonio Jr.” ha pasado por todo, y su evolución en Dragon Ball Z es una clase maestra de desarrollo de personaje… con antenas.
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Del odio al amor… paternal
Piccoro arranca su historia como una continuación viviente del Rey Demonio Piccoro. Literalmente. Su única meta era vengarse de Goku. Pero la historia da un giro radical cuando, después de enfrentarse juntos a Raditz, termina criando al hijo de su enemigo, Gohan. ¿Qué tan fuerte es eso?
Durante ese entrenamiento en el desierto, Piccoro no solo se convierte en maestro, sino también en figura paternal. El punto culminante llega cuando se sacrifica para salvar a Gohan frente a Nappa. En sus últimas palabras, admite que Gohan fue la primera persona que le hizo sentir humano. Boom. Lágrimas.
¿Y su cultura namekiana? Medio olvidada...
A diferencia de Goku, que lucha para aceptar su herencia Saiyajin, Piccoro apenas empieza a explorar su identidad Namekiana. Y cuando lo hace, es a la fuerza: lo reviven en Namek y lo lanzan directo a la guerra contra Freezer.
No hay paseo por el planeta, ni charla con el Gran Gurú, ni tiempo para preguntarse: “¿Quién soy yo en este mundo alienígena?”.
Se fusiona con Nail, sí. Pero más por necesidad que por reencuentro espiritual. Es como si Piccoro absorbiera su cultura… sin digerirla del todo. Años después, lo vemos fusionarse con Kami, completando al legendario “Namekiano sin nombre”, y aún así no toma el lugar de Guardián de la Tierra.
Lo deja en manos de Dende. ¿Vergüenza? ¿Desconexión? ¿Un poco de ambos?
Piccolo vs. él mismo (literal)
En la saga de Cell, Piccoro brilla. Se entrena en la Cámara del Tiempo y llega al punto de crear un clon de sí mismo para practicar. No solo es badass, también es un momento poético: Piccoro peleando contra su otro yo, contra su legado, contra su dualidad eterna.
Y mientras Goku entrena a Gohan, es Piccoro quien deja una huella más profunda: Gohan elige usar su uniforme, el de su verdadero mentor. No solo por respeto, sino porque quiere ser como él.
Es una validación silenciosa de que Piccoro ha trascendido su rol de “aliado verde” para convertirse en un símbolo de fuerza, sabiduría y redención.
La tierra es su hogar, aunque venga de las estrellas
Lo más interesante de Piccoro es que, pese a tener una historia alienígena, ha hecho de la Tierra su hogar por elección. No porque le tocó, sino porque la eligió. Ha criado a hijos que no son suyos, ha defendido un planeta que una vez quiso destruir, y ha abrazado un propósito que nunca le fue impuesto.
Y eso es quizás lo más humano de todo su recorrido. No es sangre, ni especie, ni planeta natal lo que define a Piccoro. Es su capacidad de cambiar, de vincularse y de proteger lo que ama.
¿El personaje más profundo de Dragon Ball? Sí, señor
Mientras Goku lucha por comer más y Vegeta por superar a Goku, Piccoro lucha por encontrar su lugar en el universo. Desde sus raíces culturales hasta sus emociones más íntimas, su historia es una mezcla de autodescubrimiento, redención y evolución emocional pocas veces vista en la saga.
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Así que la próxima vez que pienses en los grandes de Dragon Ball, no te olvides del verde. Porque Piccoro no solo lanza rayos por las manos. También carga con una historia que va mucho más allá de las peleas.

