La franquicia de Dragon Ball nos deleitó con épicas batallas y nuevos universos, pero también introdujo varias licencias creativas —o simplemente despistes— en torno a los Saiyajin. Aquí repasamos diez ejemplos en los que la serie, más que ampliar su legado, plantea preguntas tan increíbles como sus niveles de poder.
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Los “power-ups” sin sudar un solo musashi
En el Torneo de Poder, Gohan, Trunks del Futuro y hasta los recién llegados Cabba, Caulifla y Kale obtienen incrementos de fuerza de forma casi instantánea, sin pasar por ese duro entrenamiento que definió a Goku y Vegeta.
Ver a personajes secundarios igualar a los protagonistas sin explicación alguna convierte lo que antes era épico en… simplemente desconcertante.
El Zenkai que aparece y desaparece según convenga
El legendario impulso Zenkai de los Saiyajin, que los reforzaba tras recuperarse de una derrota, se anuncia como historia pasada. Sin embargo, en momentos críticos de la serie reaparece para “equilibrar” el combate.
Cuando un villano aprieta fuerte, toca sacar al Zenkai; cuando el héroe podría ganar rápido, el milagro desaparece. Una dinámica narrativa que desafía toda consistencia.
Saiyajin sin cola, pero con todo lo demás intacto
Los Saiyajin del Universo 6 nacen sin cola —y sin posibilidad de transformarse en gran simio—, pero comparten el resto de rasgos con los del Universo 7: mismos Super Saiyan, mismos Zenkai e idénticas condiciones de poder.
¿Para qué eliminar la cola si conservan todas las demás reglas de su biología? Un detalle de diseño sin demasiado trasfondo.
Broly, el prodigio del “pollo de fuerza”
En su reestreno, Broly pasa de estar muy por debajo de Goku y Vegeta en Dios y Azul a empatar con ellos en apenas minutos. Esa capacidad de escalar el poder por arte de magia (o guion) convierte un villano temible en un caos de escalas que resulta difícil de justificar, incluso para los niveles de locura habituales de Dragon Ball.
Super Saiyan Rose: ¿rosa porque sí?
Cuando Zamasu ocupa el cuerpo de Goku, su “Super Saiyan Rose” deja el cabello rosa intenso sin ninguna razón dentro del universo, más allá de diferenciarle estéticamente de Goku y Vegeta. ¿Una manifestación de Ki Divino con tinte? La serie lo deja en un atractivo misterio de color.
Vegeta y el rito fantasma del Super Saiyan Dios
Vegeta demuestra en Broly que también puede convertirse en Super Saiyan Dios sin compartir ki con otros Saiyajin, pese a que ese ritual fue presentado como imprescindible. No se muestra entrenamiento ni secreto oculto; simplemente sucede. Una omisión narrativa que deja a los guionistas más flexibles que un Master Roshi.
Kale: la versión “low-cost” de Broly
La temible Kale despierta un cuarto Super Saiyan que, a falta de un trasfondo sólido, se siente más a modo de fanservice que como una evolución natural. Su poder desbocado y su rápido dominio de la forma recuerdan al Broly original, pero sin mayor explicación, reduciendo la innovación a un guiño nostálgico.
Goten y Trunks, los olvidados del Torneo de Poder
Dos híbridos con potencial descomunal en DBZ, relegados al papel de espectadores mientras ancianos y dioses se baten en duelo. ¿Por qué no aprovechar a los dos niños más poderosos del multiverso? La lógica argumental se “tropieza” con ellos y los deja para otro spin-off.
Trunks del Futuro y su curiosa forma híbrida
Sin dominar el Ki Divino, Trunks del Futuro presume de un aura azul que mezcla rasgos del Super Saiyan Azul con su versión clásica. La serie no lo nombra Dios ni explica su origen, pero ahí está, para delicia comercial de merchandising.
Células S: una biología Saiyajin que contradice a Z
La idea de que los Saiyajin “buenos” poseen más Células S y por eso alcanzan Super Saiyan sin entrenamiento choca con la historia original: Goku era puro de corazón y tardó años en transformarse. Este intento de justificar las habilidades de los Saiyajin del Universo 6 solo añade nuevas fisuras a la cronología.
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Con estos deslices, Dragon Ball Super demuestra que incluso en universos alternativos la coherencia narrativa puede quedarse fuera de combate.

