La historia de la tecnología suma un nuevo hito con la irrupción de OpenAI y su Inteligencia Artificial, ChatGPT. Detrás de todo está Sam Altman, un empresario y programador estadounidense, la figura a la que el portal especializado Wired compara con cualquiera de los Beatles.
Nacido en Chicago en 1985, Altman lidera OpenAI desde 2015. Para la fundación de este laboratorio de investigación de Inteligencia Artificial, contó con la inversión de personajes como Elon Musk, que llegó a ser miembro de la junta hasta que rompió con la empresa.
Pero Sam Altman no investigó, ni entrenó a ChatGPT ni codificó su interfaz. Es el rostro más conocido, el que se entrevista con el primer ministro del Reino Unido o el presidente de Francia, pero detrás de todo el éxito está un equipo de expertos.
Hablamos de Greg Brockman, anterior director de tecnología de Stripe; de Andrej Karpathy, antiguo Google Brain; e Ilya Sutskever, pupilo aventajado de Geoffrey Hinton, el Padrino de la Inteligencia Artificial moderna. Todo esto es contado en un gran trabajo de Steven Levy para Wired.
El camino de derrotas hasta el éxito de ChatGPT, lejos de Sam Altman
En un principio, pocas cosas funcionaban en OpenAI, con la versión inicial de ChatGPT dando tumbos. El primer experimento de la empresa, de la mano del investigador Alec Radford, fue la de escanear 2 mil millones de comentarios de Reddit para entrenar un modelo de lenguaje.
No tuvo éxito.
Luego pasaron a trabajar con reseñas de productos de Amazon, con 100 millones de ellas. Radford entrenó un modelo de lenguaje para predecir el siguiente carácter.

Acto seguido, el modelo averiguaba si una reseña era positiva o negativa, generando un texto que iba por esos caminos.
Esto sí funcionó. Así nació la llamada “neurona del sentimiento no supervisada”.
Para 2017, Radford y sus compañeros se basaron en un trabajo de investigadores de Google, que se titulaba La atención es todo lo que necesitas. Aquí nació el llamado “documento transformer”, que llevó a OpenAI a hacer posible que una red neuronal comprendiera y generara el lenguaje de forma más eficiente.

Con el paso del tiempo, el “documento transformer” se fue entrenando con conjuntos de datos increíblemente grandes. Dio paso al GPT-1.
“Habíamos descubierto la fórmula para el progreso”, dijo Sutskever. “La fórmula que todos perciben ahora: el oxígeno y el hidrógeno del aprendizaje profundo es la computación con una gran red neuronal y datos”.
La salida de Elon Musk, la llegada de Microsoft y la explosión de ChatGPT generaron el auge de la Inteligencia Artificial que hoy se vive. Y aunque Sam Altman sea el rostro conocido, detrás de él está un equipo de personas trabajando.

