Ciencia

Albert Einstein, del entusiasmo al remordimiento por las armas nucleares

El 9 de julio de 1955, algunos meses después de la muerte de Albert Einstein, Bertrand Russell presentó el Manifiesto contra las armas nucleares.

Albert Einstein y J. Robert Oppenheimer (Keystone-France/Gamma-Keystone via Getty Images)

Albert Einstein, el legendario físico de origen alemán, era un pacifista convencido. Sin embargo, el temor por la posibilidad de que el nazismo tuviera armas nucleares lo hizo impulsar a Estados Unidos en la creación de la bomba atómica.

PUBLICIDAD

En 1939, firmó una carta al presidente Franklin D. Roosevelt para que los norteamericanos “prestaran atención” al tema nuclear y al peligro de que los nazis tuvieran el arma primero.

Para 1955, diez años después del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, Einstein aún lamentaba haberlo hecho. Fallecería el 18 de abril de ese año, con el remordimiento de aquella carta a Roosevelt.

El 9 de julio de 1955, pocos meses después de su muerte, el filósofo Bertrand Russell presentaba el Manifiesto Russell-Einstein sobre el desarme nuclear.

Ningún país lo leyó. Hoy, la carrera armamentista nuclear entre potencias como Estados Unidos, China, Rusia, Irán, Israel y Corea del Norte mantiene al mundo en vilo.

Albert Einstein y sus temores sobre las armas nucleares en manos nazis

Albert Einstein era una de las grandes mentes de la humanidad cuando huía de la Europa que caía en las garras del nazismo.

Con la Segunda Guerra Mundial a las puertas, Einstein preparó una carta de advertencia al presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt. La hizo junto con su colega húngaro, otro ilustre refugiado, Leo Szilard, aunque este no quiso firmarla.

En la misiva, Einstein contaba que la Alemania de Adolf Hitler avanzaba en investigaciones sobre reacciones en cadena, lo que la pondría en la ruta hacia la creación de la bomba atómica.

Albert Einstein y Leo Szilard (Universal History Archive/Universal History Archive/Univer)

“Una sola bomba de este tipo, transportada por barco y explotada en un puerto, podría destruir todo el puerto junto con parte del territorio circundante”, señalaba Einstein.

Para la Atomic Heritage Foundation, citada por la BBC, “la carta de Einstein-Szilard al presidente Roosevelt cambió el curso de la historia, al impulsar la participación del gobierno estadounidense en la investigación nuclear. La carta condujo a la creación del Proyecto Manhattan”.

No obstante, Einstein no participó en el proyecto liderado por J. Robert Oppenheimer.

Y luego se arrepentiría de haber escrito la misiva.

Las bombas atómicas norteamericanas sobre Hiroshima y Nagasaki

El 6 y 9 de agosto de 1945, con una Japón que masacraba a miles y miles de soldados y civiles en una guerra inútil, los norteamericanos decidieron lanzar dos bombas atómicas. Roosevelt había muerto en abril de ese año, y le correspondió a Harry S. Truman autorizar el suceso.

Entre 100 mil y 200 mil personas de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fallecieron por los primeros, y hasta ahora únicos, bombardeos atómicos sobre población civil.

El remordimiento destrozaba a Einstein. En 1952, en una carta a la revista japonesa Kaizo, explicó su motivación por el impulso dado al gobierno de Estados Unidos. “No vi otra salida, aunque siempre fui un pacifista convencido”, escribió el físico.

A su amigo Linus Pauling, de acuerdo con la BBC, dijo: “Cometí un gran error en mi vida cuando firmé la carta al presidente Roosevelt, recomendándole que se fabricaran bombas atómicas. Pero había una justificación: el peligro de que los alemanes la fabricaran”.

La Alemania nazi no alcanzó esa tecnología, afortunadamente.

El Manifiesto Russell-Einstein contra las armas nucleares

Bertrand Russell, uno de los filósofos más reconocidos de la historia, compartía con Einstein el temor a la desaparición del planeta por las armas nucleares. Poco antes de la muerte del físico, Russell esbozó junto a él un manifiesto contra estos arsenales.

Lo presentó el 9 de julio de 1955. Además de Russell y Einstein, lo firmaron Linus Pauling, Jean Frederic Joliot-Curie, Max Born, Herman Müller e Hideki Yukawa, entre otras personalidades.

Una parte decía:

“Traigo la advertencia pronunciada por los signatarios a la atención de todos los gobiernos de gran alcance del mundo en la esperanza seria que pueden acordar permitir que sobrevivan sus ciudadanos (…)

Tenemos ante nosotros, si queremos, un progreso continuo en felicidad, conocimiento y sabiduría. ¿Elegiremos en cambio la muerte, porque no podemos olvidar nuestras disputas? Hacemos un llamamiento como seres humanos a seres humanos: recordad vuestra humanidad, y olvidad el resto”.

Tags

Lo Último