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The Last Jedi: ¡Por fin despertó La Fuerza!

Es el “joven” Skywalker quien devuelve la mística al río desbordado de tantas historias paralelas y de tantos planes ambiciosos de Disney.

¿Cómo distinguiré el lado bueno del malo?, Luke Skywalker pregunta al Maestro Yoda. “The Empire Strike Back”.

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Hay un elemento único que hace de Star Wars una épica, va más allá de los efectos especiales, las espadas láser, ese humor tan característicamente Han Soliano, las melancólicas miradas de nuestra querida Princesa Leia, los alaridos de Chewbacca, las frases cliché de C-3PO “Human Cyborg Relations” y el sonido de R2-D2.

Esa fuerza vital que mueve la saga es la contradicción, la duda, el fracaso, el miedo y la redención. Esa que en la maravillosa primera trilogía nos regaló para siempre la respiración y al villano más grande de todos los tiempos en el cine: Darth Vader y que además nos obsequió a ese jovencito torpe y confundido de la película llamado Luke Skywalker.

Bueno, a decir verdad ese ingrediente es lo esencial en esta ópera prima de Rian Johnson: “Traté de escribir y dirigir una historia que fuese emocionante y a la vez muy leal con la memoria completa de la saga. Ocurre como en la vida, cada vez que nos sorprendemos por algo y al mirar para atrás y reflexionar un poco descubrimos que algo así nos iba a pasar, inevitablemente”.

Porque más allá de una profundización y de un arco dramático mayor para personajes como Rey, Ben Solo (Kylo Ren), o el piloto Poe Dameron, lo que resalta es el “Regreso del último y verdadero Jedi”.

Es el “joven” Skywalker quien devuelve la mística al río desbordado de tantas historias paralelas y de tantos planes ambiciosos de Disney. Es en esa doble mirada, como los soles de Tatooine, la que hace bombear nuevamente la historia y la llena de sentido. Ahí en esa contradicción eterna de nuestro ya perdido maestro, en esas colinas rocosas de Ahch-To, en ese miedo y en esa frustración de su ser, está la esencia emocional de “The Last Jedi”.

No hay necesidad de detallar escenas, ni buscar comparaciones, ni paralelismos, ni tampoco entrar en la exegesis destemplada de buscar acá la oscuridad que encontró Irvin Kershner en “The Empire Strike Back”, simplemente hay que dejarse llevar por esas dos manos, una robotizada que recordará siempre los fantasmas del pasado y esa otra de carne y hueso que lucha con el destino de una orden que como la iglesia va muriendo en simbolismos por culpa de la hipocresía, la ambición y los abusos.

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Las batallas y el despliegue escénico de explosiones es de gran factura, el humor es ingenuamente equilibrado, las nuevas criaturas caben en ese glosario eterno de bestias queribles o descartables, y los planetas del borde exterior sangran, se iluminan, y se llenan de pomposidad que es propia del juego que nos plantea Star Wars más allá de sus errores y aciertos en cada una de sus películas.

El verdadero enemigo y que brilla en “The Last Jedi” no es el olvidable “Líder Supremo”, ni el artificial Kylo Ren, ni tampoco esa “Primera Orden” que sigue a pie juntillas las torpezas de sus antecesoras dictaduras. El enemigo es otra vez esa sensación de duda permanente en Luke, una incerteza que maduró al verse solitario como “La última esperanza”.

Hay una belleza especial en “The Last Jedi” no por ser la despedida oficial de Carrie Fisher, ni por la demostración de que los Rebeldes no envejecerán y estarán en permanente renovación para escapar, luchar y traer el eslogan eterno de que “la alegría ya viene”. Lo que realmente devuelve la fe es la lucha interior y el tropiezo con la misma piedra.

Ahí en esa mirada de Mark Hamill está toda nuestra infancia: volver a sentir como un eco el soplido profundo de Darth Vader, ese padre redimido que hizo de su vida atormentada el verdadero leitmotiv de la saga.

¿Qué es verdaderamente eso que llaman “La Fuerza” finalmente?…¿mover piedras, flotar, entrar en la mente del otro, renacer en espíritu?. Fuerza parece ser según el rescate que hace Rian Johnson, eso que mueve a todo ser humano en su lucha interior. Y por eso “The Last Jedi” brilla, porque trae de regreso al amo Luke.

 

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