Los teléfonos celulares se han vuelto parte de nuestro día a día. Tanto así, que nos acompañan hasta los lugares más absurdos y si no los tenemos, perdemos la razón.
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Y es que estos pequeños aparatos se volvieron indispensables. Para comunicarnos, buscar mapas, tomar fotografías, lo cierto es que son nuestro mejor amigo y muchas veces no los tratamos como merecen.
¿Estoy cuidando bien mi teléfono?
Lo cierto es que existen muchas prácticas cotidianas que pueden estar afectando negativamente la durabilidad de uno de sus componentes más importantes: la pantalla.
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Entre los hábitos que contribuyen a su deterioro está la acumulación de suciedad y partículas, sumado al uso de productos de limpieza de cualquier tipo, y no los especializados, que normalmente son más suaves y efectivos.
Acá surge el ejemplo más típico y en el que todos hemos caído alguna vez: Guardarlo en el bolsillo, justo al lado de las llaves o de algunas monedas. Ese es un error fatal y que seguramente dañará tu dispositivo más temprano que tarde.
Otro mal hábito es dejar tu dispositivo boca abajo en superficies poco adecuadas. Aquello puede causar daños directos a la pantalla, sobre todo si se trata de rayaduras.
Y en temas no relacionados a rayas, pero sí bastante importantes, está la exposición prolongada al sol, que puede comprometer todos los componentes de tu teléfono y no sólo la pantalla. Eso sí, esta última podría verse afectada por manchas importantes que limitarán su uso.
De esta forma, siempre deberías dejar tu dispositivo en lugares frescos y sombreados, cuidar su limpieza y resguardarlo con una funda o un protector apto.
Evitar arañazos innecesarios, daños causados por impactos y rayones por el roce prolongará la vida útil de tu dispositivo. Se trata de hábitos de mantenimiento que siempre puedes comenzar a adoptar para proteger tu inversión.
