La moda urbana siempre ha sido un terreno fértil para el arte irreverente que irrumpe en todas las clases sociales. Sin embargo, la nueva colaboración entre Supreme, el artista contemporáneo Nate Lowman y Vans ha generado aplausos por un lado y polémica por el otro.
PUBLICIDAD
Lee más sobre zapatillas: [Nike LeBron 21 Prime 96 Rojo Fuego: unas zapatillas imponentes en el tabloncillo y en la moda street]
El lanzamiento de las Skate Grosso Mid , parte de un pack colaborativo de tres piezas, marca un nuevo cruce entre cultura skate, arte conceptual y una narrativa urbana que, para algunos, coquetea peligrosamente con símbolos de violencia.
A primera vista, el diseño destaca: una silueta icónica de Vans vestida en lona roja, blanca y negra (dependiendo la versión), superposiciones de ante del mismo tono original y una franja lateral en cuero blanco (en el caso de las rojas) que aporta equilibrio visual.
Pero el detalle que ha acaparado la atención no es su color ni su forma, sino los gráficos con agujeros de bala, una de las marcas distintivas del trabajo de Lowman. Un gesto artístico, sí. Pero también uno que no pasa desapercibido cuando se inserta en la narrativa de barrios atravesados por la inseguridad y las armas.
La colección fue lanzada exclusivamente durante la primera exposición individual de Lowman en Japón, titulada “This Neighborhood’s Changed”, una frase que, irónicamente, puede interpretarse como una crítica al desplazamiento urbano o la transformación de espacios marginales en escenarios de moda elitista.
Las zapatillas, entonces, no son solamente un objeto de diseño, son también una declaración, aunque ambigua.
PUBLICIDAD
¿Es este un comentario sobre la crudeza del entorno urbano? ¿O una apropiación estética de algo tan doloroso como la violencia con armas de fuego? En comunidades donde la moda urbana es un lenguaje cotidiano (desde el Bronx hasta Ciudad de México), los agujeros de bala no son un adorno, sino una realidad trágica.
Con marcado en lengüeta y matrícula en colaboración con Supreme, esta edición limitada plantea una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto estamos normalizando la violencia cuando la usamos como ornamento?
Supreme y Lowman han encendido el debate, uno que cruza el arte, el consumo y la ética, sin ofrecer respuestas sencillas.
