Se suponía que los nativos digitales serían los mayores aliados de la inteligencia artificial. Sin embargo, está surgiendo un fenómeno inesperado entre la Generación Z: el uso de herramientas como ChatGPT está pasando de ser un “superpoder” a convertirse en un motivo de estigma social. Es lo que los expertos ya llaman la paradoja de la IA, donde la comodidad tecnológica choca de frente con el valor de la autenticidad.
Aunque son quienes más utilizan estas herramientas, muchos jóvenes están empezando a ocultar que lo hacen para evitar ser percibidos como “vagos” o carentes de talento propio.

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El estigma del “trabajo sin alma”
Para una generación que creció valorando la transparencia y la identidad personal en redes sociales, la perfección robótica de la IA genera un rechazo instintivo.
En el ámbito académico y laboral, existe un temor creciente a ser señalados como “impostores”. La idea de que “no lo escribiste tú” resta valor al esfuerzo personal, incluso si la IA solo se usó como apoyo.
Muchos jóvenes sienten que, al usar ChatGPT para redactar correos o trabajos, su estilo personal se diluye en una masa de texto genérico y excesivamente formal.
La “vergüenza de la IA” en las citas y el ocio
El fenómeno no se queda en la oficina. En aplicaciones de citas, usar IA para romper el hielo o escribir una biografía es visto como una señal de desinterés o falta de personalidad.

- La búsqueda de lo humano: En un mundo inundado de contenido generado por algoritmos, lo “humano”, con sus imperfecciones y errores, está empezando a cotizarse más alto.
- Rechazo a lo artificial: La Generación Z está liderando un movimiento de retorno a lo analógico (cámaras de película, diarios de papel) como respuesta a la saturación digital.
El dilema de la eficiencia
A pesar de esta vergüenza, la realidad es que la Generación Z sigue usando la IA por una cuestión de supervivencia y eficiencia.
La paradoja radica en que dependen de una herramienta que, al mismo tiempo, les genera inseguridad sobre sus propias capacidades futuras. ¿Podrán escribir un ensayo o tener una idea creativa sin ayuda de un prompt en diez años? Esa es la pregunta que genera la ansiedad.
