Si el urbanismo tuviera un botón de “guardar partida”, Jakarta lo estaría apretando con desesperación. La metrópolis indonesia no solo concentra una cantidad casi absurda de gente: también carga con un “bug” estructural que amenaza su futuro.
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Y, mientras el mundo se sorprende con el nuevo líder del ranking demográfico, Jakarta lidia con una pregunta poco glamorosa: ¿cómo se administra una superciudad cuando el suelo decide irse por su cuenta?
Un cambio de metodología que movió el podio
El dato que descoloca a medio planeta llega del informe World Urbanization Prospects 2025 de Naciones Unidas: Jakarta pasa a ser la ciudad más poblada del mundo, con casi 42 millones de residentes, por delante de Dhaka y Tokio.
La clave está en el “cómo” se mide. La ONU aplicó criterios más coherentes para definir el alcance urbano, incorporando de forma más clara las enormes áreas metropolitanas que, en la práctica, funcionan como una sola ciudad.
Eso explica por qué Jakarta, que muchos imaginan solo como “la capital”, ahora aparece como un monstruo urbano que incluye municipios satélite y una expansión que no cabe en una postal.
El problema real: Yakarta no solo crece, también baja
Hasta aquí, el titular sería solo una curiosidad estadística. El asunto es que Jakarta es famosa por otro récord menos celebrable: la subsidencia (hundimiento del terreno).
Varios estudios señalan tasas que superan los 10 cm al año en zonas costeras, impulsadas sobre todo por la extracción de agua subterránea, además del peso de la urbanización y la naturaleza sedimentaria del terreno.
En términos simples: cuando una ciudad bombea su “colchón” de agua subterránea, el suelo se compacta. Si a eso se suma el aumento del nivel del mar y eventos de lluvia extrema, el cóctel sale caro para barrios, infraestructura y servicios.
El resultado es que, en algunas áreas, el desafío ya no es “evitar inundaciones”, sino aprender a convivir con ellas.
Nusantara: la mudanza más ambiciosa del sudeste asiático
Indonesia lleva años preparando una jugada digna de videojuego de estrategia: crear una nueva capital, Nusantara, en Borneo, para trasladar funciones administrativas y aliviar la presión sobre Jakarta.
Reuters informó que el gobierno de Prabowo Subianto prevé financiar el desarrollo con miles de millones de dólares hasta 2029, con la meta de que la reubicación gubernamental llegue a 2028.
¿Significa eso que Jakarta queda “apagada y desconectada”? Ni de cerca. Incluso con traslado político, seguirá siendo el motor económico del país y un imán migratorio.
La mudanza puede bajar la temperatura institucional, pero no desinstala el problema urbano: millones de personas seguirán ahí, viviendo, trabajando y exigiendo soluciones en una ciudad que necesita infraestructura, transporte público y gestión del agua a gran escala.
Ser la más poblada es un superpoder… y una responsabilidad
En el papel, liderar el ranking es un símbolo de peso global. En la calle, es tráfico, demanda de vivienda, presión sobre servicios y una carrera constante por no quedarse atrás.
Jakarta, hoy, es el ejemplo perfecto de la paradoja moderna: una ciudad puede ser gigantesca y vibrante y, al mismo tiempo, tremendamente frágil.
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Y mientras el mundo discute si el nuevo “número uno” debería llevar asterisco metodológico, Jakarta está ocupada en algo más urgente: evitar que la ciudad más poblada del planeta termine pareciéndose demasiado a una isla.
