En la carrera de la inteligencia artificial, a veces gana quien tiene más transistores… y a veces quien decide cambiar el juego completo. China está apostando por lo segundo: chips que, en vez de mover electrones como una GPU tradicional, procesan información con fotones.
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Suena a ciencia ficción, pero ya hay prototipos con nombre y apellido. La promesa es jugosa: hasta 100 veces más velocidad y eficiencia comparadas con hardware líder, siempre que el problema encaje como guante.
De qué va la apuesta: fotones en lugar de electrones
Las GPU convencionales hacen su magia con electricidad: transistores, conmutaciones constantes y un apetito energético que convierte centros de datos en lugares donde el aire acondicionado también “trabaja horas extra”.
Los chips fotónicos cambian la receta: usan interferencias ópticas para ejecutar ciertas operaciones de forma extremadamente rápida y con bajo consumo.
El giro tiene truco (del bueno): esa eficiencia viene de la especialización. No son procesadores generalistas, no están pensados para “hacer de todo”, y ahí aparece el primer límite importante.
ACCEL: el híbrido de Tsinghua que presume músculo (y pragmatismo)
Uno de los nombres que está generando ruido es ACCEL (All-Analogue Chip Combining Electronics and Light), desarrollado por investigadores de la Universidad de Tsinghua.
La propuesta combina componentes fotónicos con electrónica analógica, apuntando a rendimiento alto en tareas concretas sin depender de procesos de fabricación ultramodernos.
Esa parte no es menor en el contexto actual, porque esquiva —al menos en parte— el cuello de botella de restricciones tecnológicas y acceso a nodos avanzados.

LightGen: un chip “todo óptico” para generación visual
El segundo gran protagonista es LightGen, descrito como un chip completamente óptico con más de dos millones de “neuronas” fotónicas.
Según sus creadores, puede abordar tareas de IA generativa visual como síntesis de imágenes, transferencia de estilo, denoising y manipulación de escenas, con mejoras de rendimiento y eficiencia “por órdenes de magnitud” frente a chips electrónicos en ciertos escenarios.
Aquí conviene subrayar la parte importante: el terreno natural de LightGen es lo visual. Es decir, encaja mejor en flujos tipo visión por computador y generación de imagen/video que en el “hazlo todo” de una GPU de propósito general.
El detalle que manda: el “100 veces” depende del trabajo
El titular del “100x” es potente y, sí, aparece en reportes sobre estos avances.
Pero incluso coberturas tecnológicas que miran el tema con lupa remarcan que estas comparaciones pueden cambiar muchísimo según precisión numérica, tipo de tarea, metodología de medición y consumo contabilizado.
Dicho en limpio: no es que Nvidia se quede obsoleta mañana. Es que, para problemas muy específicos, la computación con luz puede correr como misil mientras una GPU está haciendo un triatlón.
Por qué esta noticia llega con contexto “macro”: China conectando cómputo a escala
Además de chips, China también está moviendo piezas en infraestructura: se ha reportado el impulso a redes/“pools” de cómputo distribuido para operar centros de datos lejanos como si fueran un sistema casi único, mejorando eficiencia a escala.
En ese tablero, los chips fotónicos no son un capricho: son parte de un mensaje mayor de autosuficiencia y optimización, especialmente cuando la energía y el acceso a hardware avanzado se vuelven temas estratégicos.
Qué queda claro (y qué no)
Queda claro que la fotónica dejó de ser solo una promesa de laboratorio: ya hay prototipos y demostraciones que apuntan a IA generativa visual con ventajas reales.
Lo que no queda claro todavía es cuánto tardará esto en convertirse en productos masivos, qué tan “plug and play” será integrarlo en sistemas reales y cuánta parte del rendimiento depende de condiciones muy controladas.
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En cualquier caso, el mensaje es potente: para ciertos escenarios, la luz puede ganarle a la electricidad. Y en un mundo obsesionado con eficiencia, eso vale casi tanto como una cifra redonda.
