Internet

Estos fueron los motivos por los que Bill Gates se alejó de Microsoft en la nueva etapa de su vida

No fue un retiro silencioso ni un capricho de multimillonario.

Bill Gates.
Bill Gates. (Photo by Axelle/Bauer-Griffin/FilmMagic) (Axelle/Bauer-Griffin/FilmMagic)

El cambio de rumbo de Bill Gates suele contarse como una transición elegante: el fundador deja la empresa que construyó y se dedica a donar. Pero, mirado de cerca, fue más parecido a una actualización mayor del sistema operativo personal.

Te puede interesar: [Elon Musk demandó a una startup de redes sociales: Quieren traer de vuelta a “Twitter”]

Gates no solo cambió de oficina: cambió de “problema principal”. Pasó de perseguir la próxima gran versión de software a preguntarse por qué, en pleno avance científico, millones de personas seguían muriendo por causas prevenibles.

En su propio blog, Gates lo resumió con una frase que funciona como norte y también como confesión: “Quiero que más personas tengan una vida mejor”. A partir de ahí, todo lo demás empieza a encajar.


El software era adictivo… hasta que dejó de ser suficiente

Durante años, Gates vivió la clase de motivación que cualquier ingeniero reconoce: el placer de construir, aprender y mejorar algo que millones usan. Él mismo describió esa etapa como un ciclo imparable de curiosidad y reto constante.

Microsoft, para él, era una curva de aprendizaje interminable: cada avance abría otro.

Pero esa dinámica también tenía un costo. A medida que la empresa se volvía más grande, el rol dejaba de ser “inventar” y se convertía en “sostener”. Y sostener, en compañías gigantes, puede parecer una maratón sin meta.

El caso antimonopolio: cuando el trabajo empezó a pesar

Hubo un factor que aceleró el cansancio: la demanda antimonopolio del gobierno de Estados Unidos contra Microsoft. Según el propio Gates, ese periodo alteró su relación con el trabajo. No era solo presión legal; era una pérdida de energía y de alegría.

En la práctica, ese tipo de procesos te comen agenda, cabeza y paciencia. Y cuando el fundador se da cuenta de que lo que antes le entusiasmaba ahora lo drena, aparece la pregunta incómoda: “¿Y si hay otra cosa que valga más la pena?”

La Fundación Gates: el “otro proyecto” que se volvió el principal

Mientras Microsoft seguía corriendo, la Fundación que Bill y Melinda Gates habían impulsado empezó a absorber más atención. Al principio, podía parecer una actividad paralela. Pero con el tiempo se transformó en un imán: educación, vacunas, medicamentos, salud global.

La pareja llevó la apuesta al extremo práctico: transfirieron una cantidad enorme de acciones de Microsoft a la fundación, lo que la convirtió en una de las más grandes del mundo. No era filantropía de “cheque y foto”: era construir una máquina de impacto.

Y luego vino la parte que cambia a cualquiera: el terreno. Gates viajó, vio sistemas de salud colapsados y problemas que no estaban en la conversación cotidiana del mundo rico. Melinda investigó de cerca la gestión del sida en países asiáticos. El contraste fue brutal.

La indignación como combustible: cuando la desigualdad dejó de ser estadística

En los noventa, la salud global no era el tema de moda que es hoy. Gates se encontró con una visión resignada: gente convencida de que los problemas eran tan enormes que el dinero no podía mover la aguja. Esa idea lo frustró, pero también lo activó.

El punto de quiebre fue comprender la magnitud de una injusticia muy específica: en países pobres se morían millones de niños por enfermedades tratables, mientras el mundo rico ya había pasado página porque “no nos afectaba”. Ahí la filantropía dejó de ser “ayuda” y se volvió estrategia: distribuir vacunas y medicamentos existentes, y empujar innovación donde el mercado no tenía incentivos.

Warren Buffett y el momento “ok, esto va en serio”

Un episodio clave llegó en 2001, cuando Gates dio una charla invitado por Warren Buffett. No fue solo un discurso: fue una prueba de fuego personal. Gates pudo explicar por qué creía que una mezcla de dinero, ciencia, tecnología y voluntad política podía acelerar un mundo más equitativo.

La reacción positiva del público y el respaldo de Buffett funcionaron como validación emocional y política. Gates entendió que había una vida después de Microsoft y que, en esa vida, podía empujar cambios a escala planetaria.

La nueva etapa: menos “producto”, más propósito

Al final, el alejamiento de Microsoft no se explica por un único motivo, sino por una combinación rara: desgaste real, choque con la desigualdad y una sensación de misión que empezó a ganarle a la adrenalina empresarial.

Te puede interesar: [Donald Trump quiere prohibir leyes estatales sobre inteligencia artificial, pero tiene que enfrentar obstáculos políticos y legales]

Gates no dejó de creer en la tecnología. Lo que cambió fue el “para qué”. Y en esa nueva versión, el objetivo dejó de ser lanzar software mejor y pasó a ser algo más ambicioso y difícil de medir: hacer que más gente, en más lugares, viva mejor.

Tags

.

Lo Último