La Oficina Digital de Gran Ingeniería (DOGE), una unidad de la administración federal enfocada en la reducción de costos y eficiencia, ha sido disuelta silenciosamente antes de cumplir su mandato.
Su final se produce tras la salida de Elon Musk, dejando tras de sí reclamos de ahorros multimillonarios que nunca pudieron ser verificados públicamente por expertos financieros externos.

El fin silencioso del proyecto de la “Gran Ingeniería”
El informe de The Guardian confirma que la Oficina Digital de Gran Ingeniería (DOGE), una unidad que había sido rebautizada bajo la órbita de la nueva administración (anteriormente el Servicio Digital de EE. UU. - USDS) para implementar eficiencia tecnológica, ha sido disuelta de manera discreta.
El cese de operaciones se produce antes de lo previsto y poco después de que el empresario tecnológico Elon Musk, quien había estado estrechamente asociado a la supervisión y visión de la agencia, se retirara.
La misión de DOGE era, esencialmente, aplicar principios de ingeniería digital de Silicon Valley para optimizar el gasto federal, prometiendo modernizar sistemas críticos y eliminar la burocracia.

La gran contradicción: Ahorros no verificados
La mayor controversia que rodea la disolución de DOGE es su afirmación central de éxito, que choca con la falta de transparencia.
- El Reclamo Millonario: DOGE afirmó haber logrado recortar decenas de miles de millones de dólares en gastos del gobierno.
- La Cuestión de la Transparencia: Expertos financieros externos no pudieron verificar la validez de estas cifras porque la unidad nunca proporcionó una contabilidad pública detallada ni documentación adecuada sobre sus logros.
Esta falta de opacidad convierte el legado de DOGE en un caso de estudio sobre cómo se mide y se reporta la eficiencia en la intersección entre la tecnología privada y el sector público.
Un historial de conflictos y salidas
La disolución se suma a un historial turbulento. A principios de año, la agencia ya había enfrentado una renuncia masiva de 21 empleados, quienes citaron preocupaciones sobre la interferencia política y la integridad de los sistemas federales.

En su momento, Elon Musk desestimó las preocupaciones, calificando a los empleados como “trabajadores remotos que se negaron a regresar a la oficina”. Sin embargo, la posterior y silenciosa desaparición de DOGE subraya las tensiones que surgieron al intentar integrar metodologías tecnológicas privadas en las estructuras rígidas y los requisitos de transparencia del gobierno.
El cierre de la agencia sin un informe detallado sobre sus supuestos logros tecnológicos y financieros pone en entredicho el modelo de supervisión externa de servicios digitales gubernamentales.

