Medio siglo da para todo: Windows, Office, Azure… y también tropiezos legendarios. En plena fiebre del PC, Microsoft lanzó Mach, una expansión que prometía acelerar máquinas sin renovar el equipo. El resultado pasó a los anales por un dato imposible de olvidar: se vendieron 11, se devolvieron 8.
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Qué pretendía resolver Mach (y por qué parecía buena idea)
A mediados de los 80, los PC eran caros y quedaban obsoletos a la velocidad de la luz. La propuesta de Microsoft: insertar una tarjeta de expansión para ganar rendimiento sin cambiar de ordenador. Idea ganadora… si no fuera porque la tecnología real no acompañaba.
Mach 10: turbo por cable, pero con cuello de botella
La Mach 10 traía un Intel 8086 a 10 MHz, conectada vía cable al zócalo de la CPU y pinchada en una ranura ISA. Tenía caché de 8 KB y “modo turbo” con un botón dedicado.
El problema: el bus y la memoria seguían atados al sistema de 8 bits, así que la “doble de rápida” lo era solo en tareas muy específicas. Traducción: sensación de velocidad irregular y beneficios poco visibles para el usuario.
Mach 20: más músculo… y las mismas piedras
Microsoft redobló la apuesta con Mach 20: CPU 80286 y ranura propia para ampliar memoria, ahorrando sitio en la placa base.
En paralelo llegó OS/2 (con IBM), primer sistema de 32 bits para x86. Sobre el papel, combo redondo; en la práctica, demasiado requisito especial y poca claridad sobre para qué servía.
El dato que duele: 11 vendidas, 8 devueltas
Aunque costaba 450 dólares (barato frente a un PC nuevo), el mercado respondió con un sonoro “meh”. Requisitos de hardware muy concretos, escasa compatibilidad en la base instalada y mensajes confusos hicieron el resto.
Para rematar, aparecieron clones más rápidos. Epílogo: “vendieron 11 unidades… y devolvieron 8”. Pocas veces un producto de Microsoft tuvo un ratio de retorno tan demoledor.
Por qué fracasó de verdad (más allá de la anécdota)
- Promesa vs. realidad: “Acelera tu PC” sonaba espectacular; los cuellos de botella del bus/memoria apagaron la magia.
- Experiencia difusa: instalar cable a zócalo + ISA no era plug & play y el beneficio variaba según tarea.
- Go-to-market fallido: público confundido (“¿esto qué hace exactamente?”) y comunicación poco pedagógica.
- Timing cruel: la curva de mejora de los PCs era tan rápida que el ahorro perdió sentido frente a comprar equipo nuevo.
La moraleja que aún aplica
Optimizar lo viejo es tentador, pero si la experiencia no es clara, la compatibilidad es caprichosa y el salto real no se siente, el mercado pasa página.
Mach queda como recordatorio útil: la mejor actualización es la que el usuario nota, entiende y puede mantener. Todo lo demás, fuegos artificiales técnicos.
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Pocas líneas resumen mejor el peor producto de la historia de Microsoft y lo difícil que es convertir una buena idea técnica en un éxito comercial real.

