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Este nuevo material podría cambiar las reglas del juego: es más duro que el acero

Más ligero, más resistente al impacto y con mejor aguante al calor.

Composite Metal Foam (CMF)
Composite Metal Foam (CMF) Composite Metal Foam (CMF)

En un mundo donde el acero es sinónimo de fortaleza, un laboratorio de Carolina del Norte se ha sacado de la manga un contendiente inesperado: una espuma metálica capaz de absorber un golpe brutal que perfora al acero… y ni despeinarse.

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Si suena a ciencia ficción, esperen a ver para qué la están pensando.

¿Qué es el CMF y por qué deja al acero en fuera de juego?

El Composite Metal Foam no es una esponja bonita para el fregadero, sino una matriz metálica llena de esferas huecas de acero inoxidable.


Esa arquitectura, que parece simple, cambia la física del impacto: en lugar de transmitir la fuerza, la disipa y la “traga”. Resultado: más resistencia específica (resistencia por peso) que el acero sólido, con el bonus de aligerar lo que protege.

La prueba que hizo arquear cejas (y doblar acero)

En los ensayos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, 3 centímetros de CMF pararon un ariete de 136 toneladas a 8,3 km/h, absorbiendo 368 kJ.

La placa de acero del vagón cisterna terminó atravesada de lado a lado; el panel de CMF, imperturbable. Si el negocio es transportar materiales peligrosos en tren, esta escena habla sola.

No solo aguanta golpes: también el calor (y el cansancio)

El CMF mantiene propiedades entre 400 y 600 °C, justo donde el acero empieza a “reblandecerse”. ¿La traducción práctica? Blindaje térmico incorporado sin refrigeración exótica: ideal para cargas sensibles al calor, materiales radiactivos o explosivos.

Y en fatiga, más de un millón de ciclos sin fallar en pruebas comparables al acero convencional. Para defensa o aviación, donde “cero fallos” no es eslogan sino requisito, el mensaje es potente.

Diseño a medida: la fórmula para el grosor exacto

El equipo desarrolló un modelo computacional que calcula el espesor óptimo según amenaza, peso y coste. Lo interesante es que los números sugieren que capas aún más finas podrían superar al acero macizo para los mismos escenarios, afinando masa y presupuesto sin sacrificar protección.

¿Se puede fabricar “a escala” o es un unicornio de laboratorio?

Aquí viene la buena noticia industrial: no requiere procesos futuristas. Se puede escalar con tech existente, lo que acorta el puente entre paper y prototipo real.

El gran peaje está en el papel timbrado: deberá pasar por certificaciones del Departamento de Transporte de EE. UU., un circuito que prioriza la prudencia sobre la prisa.

¿Dónde cambia las reglas del juego?

  • Ferrocarril y químicos peligrosos: menos peso por vagón, más protección y blindaje térmico integrado.
  • Defensa/seguridad: blindajes más ligeros con mejor absorción de impacto y resistencia a altas temperaturas.
  • Aeroespacial: cada kilo cuenta; si además aumenta la tolerancia al calor, suma por partida doble.

La letra grande

El CMF demuestra que sí se puede superar al acero en lo que importa (resistencia y seguridad) reduciendo peso y sumando tolerancia térmica. Si las certificaciones confirman lo visto en laboratorio, podría mover el listón de los estándares allí donde un solo fallo es inaceptable.

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La pelota está ahora en la cancha de la industria: adoptar el cambio cuando toque renovar flotas y equipos… o quedarse aferrados al acero mientras la espuma metálica se lleva el partido.

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