No parecía bastarle con cohetes y coches eléctricos. En su propia red social, a las 4:20 AM, Elon Musk compartió un clip creado con Grok Imagine: una mujer sintética, de aspecto realista, mirando a cámara y diciendo “Siempre te amaré”.
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Para unos fue un chiste raro; para otros, una señal de que Musk coquetea con la idea de una “IA waifu” que llene vacíos —y, de paso, alimente su plataforma.
El post de las 4:20 AM: prompt, play y polémica
El magnate mostró el resultado de un prompt explícito para el generador de video: “Ella sonríe y dice: ‘Siempre te amaré’”. El clip exhibe voz y rostro artificiales, suficientemente verosímiles para provocar inquietud y suficientemente “plásticos” como para delatar su origen.
La elección del momento y del mensaje convirtió el post en combustible perfecto para debate y viralidad.
La “novia” prestada: de fan art a avatar amoroso
En una respuesta posterior, Musk admitió que el personaje se basaba en una imagen previa generada por Grok y compartida por un fan. Ese detalle refuerza el retrato del empresario: amplifica contenido de su comunidad, lo reaprovecha como demo y lo recontextualiza hasta rozar la performance.
El resultado: una “pareja” digital de origen remix, a medio camino entre muestra tecnológica y guiño provocador.
Memes, cringe y la lectura pública
Las reacciones en X no tardaron: “el post más triste de este sitio”, “no hacía falta publicar esto”, “qué ha sido de Elon”.
El consenso no existe, pero sí la incomodidad: cuando una figura con ese alcance legitima “declaraciones de amor” generadas por IA, muchos ven una banalización de la tecnología y otros un simple experimento. Ambas cosas pueden ser ciertas a la vez.
¿Impulso personal o estrategia de producto?
Queda la duda central: ¿soledad performática o marketing? El historial público de Musk —rupturas, familia numerosa, hiperactividad online— alimenta la lectura íntima.
Pero hay otra capa: cada “episodio” extraño pone a Grok en el mapa, suma pruebas de concepto y arrastra tráfico. La “waifu” podría ser tanto un espejo de su personaje como un embudo para su ecosistema de IA.
El precedente “Ani” y la estética que vende
No sería la primera vez que una figura femenina de estética anime se cruza con sus proyectos. Reportes recientes describen “Ani”, un personaje con rasgos y atuendo sugerentes en cuya concepción Musk habría estado especialmente implicado.
Esa tendencia encaja con un segmento de usuarios que consume y promueve avatars, VTubers y compañía artificial. No es solo gusto personal: es mercado.
La pregunta incómoda: ¿para qué querríamos una “IA waifu”?
El caso abre un melón más grande que el meme: si ya es trivial generar afecto simulado, ¿quién lo usará y cómo? Para algunos, es terapia barata o entretenimiento; para otros, una puerta a la dependencia parasocial y a nuevos fraudes emocionales.
En cualquier escenario, la voz que se oye no siente: es un sistema optimizado para decir lo que el prompt —o el producto— necesita.
Entre la demo técnica y la línea roja ética
Tecnológicamente, el video demuestra progreso en síntesis de rostro, voz y timing. Éticamente, normaliza la simulación de intimidad a escala masiva.
Eso es lo que preocupa: si se populariza la “pareja a la carta” sin fricción, se diluyen límites sociales y aparecen usos abusivos (engaños, grooming, extorsión emocional). La innovación corre; las normas caminan.
Musk sabe encender la conversación y colocar su tecnología en el centro. ¿Quiere crear la “IA waifu” definitiva? Tal vez no lo diga en voz alta, pero ya está probando el terreno: donde hay atención, hay negocio.
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La verdadera clave no será si se puede, sino cómo, para quién y con qué salvaguardas. Porque una IA que dice “Siempre te amaré” no ama; optimiza. Y eso cambia todo.

