Entre discos duros lentísimos, procesadores modestos y sistemas operativos que aspiraban a más de lo que podían masticar, arrancar un PC era la mejor excusa para levantarse a estirar las piernas, planear el día… o quedarse mirando la pantalla durante media novela.
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En 2025 es habitual encender un equipo y, tras unos breves parpadeos en la pantalla, encontrar todas tus apps, carpetas y pestañas listas para funcionar. Pero retrocedamos dos décadas y situémonos en 2005, con un Pentium 4 a 3 GHz, 512 MB de RAM y un flamante disco duro IDE de 80 GB girando a 7.200 rpm.
Para muchos usuarios, ver el logo de Windows XP aparecer en pantalla suponía sumergirse en una sesión de “¿llegará hoy mi PC?”.
Arranque: cinco minutos de meditación técnica
Ese Pentium 4 tardaba un buen rato en ejecutar la BIOS, detectar unidades y cargar el núcleo del sistema operativo. La cadena de procesos era extensa: comprobación de memoria, arranque del controlador SATA/IDE, detección de periféricos USB y activación de servicios.
Solo después comenzaban a iniciarse programas como antivirus, gestor de impresoras y drivers de tarjetas de sonido, pantalla y módem. ¿El resultado? Un mínimo de tres a cinco minutos —y en equipos más modestos, ¡hasta diez!— antes de disponer de un cursor parpadeante.
Un paseo para el usuario… y la máquina
En esa espera, muchos usuarios aprovechaban para estirar las piernas, ir a la cocina, consultar el móvil… o incluso tomarse un café. Porque mientras la CPU trabajaba sin descanso, el resto del equipo era un mero testigo silencioso.
Las alternativas eran pocas: desactivar programas de inicio (si sabías dónde buscar en msconfig), ampliar la memoria RAM (cuando costaba una fortuna) o pasarte a un SSD… que, por aquel entonces, simplemente no existía para el usuario medio.
Reiniciar ya no es un drama
Hoy en día, un simple “¿has probado a reiniciarlo?” suele resolver la mayoría de conflictos en segundos.
Pero en 2005, reiniciar podía significar volver a comenzar el ritual de carga: cinco minutos más de BIOS lenta, pantalla azul con texto blanco, barra verde de progreso… Repetirlo una o dos veces al día convertía tu jornada en una sinfonía de pitidos y barras de progreso.
Del modem de 56 K al Wi-Fi instantáneo
Y si tenías que reconectar a Internet, ponías en marcha un módem de 56 K por dial-up que tardaba treinta segundos en marcar, esperar tono, negociar con el ISP y, finalmente, dejarte navegar a velocidad de tortuga.
Hoy abrimos el navegador y, tras un par de chasquidos de unidad NVMe, las webs cargan en decenas de milisegundos.
A valorar lo que tenemos
Si tu PC tarda “demasiado” en arrancar, recuerda que hace 20 años eso era tiempo ¡para empezar una partida y casi terminarla! Los avances en hardware —SSD, NVMe, multicore, mayores anchos de banda— y en optimización de software han convertido esos minutos de inactividad en meros segundos.
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Quizás el próximo día que tu equipo parezca lento puedas… prepararte un café rápido, pero volverás antes de que el sistema te salude con el escritorio. ¡Así de sencillo es la informática moderna!

