En vez de seguir planos detallados y órdenes jerárquicas, los robots constructores del futuro podrían usar una lógica más salvaje, más natural… y más eficiente. Como si fueran insectos, cada uno actuando por su cuenta, pero formando parte de una gran estructura sin saberlo.
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La ciencia ficción lo imaginó hace años. La ciencia real está empezando a hacerlo posible.
Adiós al plano maestro, hola al instinto artificial
Durante décadas, la idea de que un robot pueda levantar una casa sin seguir un plan sonaba ridícula. Pero ahora, investigadores de la Universidad de Pensilvania están proponiendo justo eso: máquinas que construyan sin necesidad de instrucciones preestablecidas, reaccionando únicamente a su entorno.
El modelo a seguir no es un arquitecto… sino una abeja. O una termita.
Estos insectos no tienen un mapa en la cabeza, pero logran construir panales, túneles y nidos complejísimos. ¿Cómo lo hacen? Con comportamientos simples y repetitivos, guiados por señales físicas y químicas. Y lo más fascinante: si una se equivoca, el resto sigue trabajando igual. Nada se detiene.
El enjambre que construye sin saberlo
Eso es lo que el equipo de investigación buscó replicar. Usaron simulaciones de diminutos robots que, como si fueran abejas mecánicas, respondían solo a lo que pasaba a su alrededor. No había instrucciones globales. Ni un plano. Ni una “idea” de qué estaban construyendo.
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“Queríamos que la estructura surgiera del comportamiento, no de un diseño previo”, explicó Jordan Raney, profesor de ingeniería mecánica y coautor del estudio, publicado en Science Advances.
El sistema responde a preguntas mínimas pero clave: ¿qué hacer si otro robot ya construyó algo delante?, ¿doblo a la izquierda o a la derecha?, ¿cuándo es momento de detenerme y dejar material?
Por ahora, sólo pequeños pasos (literalmente)
Todavía estamos lejos de ver enjambres de robots construyendo rascacielos sin ayuda humana. Las pruebas actuales funcionan en entornos muy controlados, con movimientos en línea recta y sin obstáculos reales.
Pero lo que los investigadores están demostrando es que no hace falta un plan maestro para lograr orden. Basta con muchas reglas simples, bien aplicadas. Como la naturaleza lo ha hecho durante millones de años.
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“Esperamos que esto inspire nuevas formas de pensar sobre la construcción”, dijo Raney. “La naturaleza no empieza con planos, empieza con pequeñas acciones que juntas crean algo más grande. Ahora nosotros estamos aprendiendo a hacer lo mismo.”