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Meta y el Ejército de EE.UU.: Realidad mixta en el campo de batalla

Meta se asocia con el Ejército de EE. UU. para diseñar un casco de realidad mixta con inteligencia artificial que transforma la forma en que los soldados interactúan en el campo de batalla.

EagleEye
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La guerra moderna está cambiando, y no solo por los drones o los misiles hipersónicos. El nuevo campo de batalla también se combate con algoritmos, realidad aumentada y sensores de última generación. En una alianza que parece salida de una novela de ciencia ficción militar, Meta —sí, la empresa de Mark Zuckerberg— está colaborando con la firma de defensa Anduril Industries para desarrollar cascos de realidad mixta destinados al uso militar.

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El dispositivo, llamado EagleEye, no es una simple versión de un visor de realidad aumentada para videojuegos con camuflaje encima. Este casco está diseñado para integrarse directamente con sistemas de inteligencia artificial, visión computarizada y datos en tiempo real. Su objetivo: aumentar las capacidades tácticas y de percepción de los soldados en el terreno. Estamos entrando en una nueva era donde la tecnología civil alimenta el músculo militar de las superpotencias.

EagleEye
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¿Qué es EagleEye? El casco militar de Meta que ve más allá del campo de batalla

EagleEye es un casco de realidad mixta equipado con múltiples sensores, cámaras térmicas, visión nocturna y capacidades de inteligencia artificial que permiten al usuario superponer información crítica directamente en su campo visual. La idea es simple, pero potente: un HUD (heads-up display) estilo videojuego para la vida real.

Diseñado para integrarse con redes de datos en tiempo real, EagleEye puede detectar movimientos enemigos, identificar drones hostiles y hasta anticipar rutas seguras en zonas de combate urbano. Toda esa información se proyecta directamente sobre la visera del soldado, permitiéndole tomar decisiones más rápidas y precisas

Además, el casco no opera solo. Está conectado a una red mayor, gestionada por sistemas de inteligencia artificial que analizan grandes volúmenes de datos para proporcionar recomendaciones tácticas instantáneas. Es, literalmente, el “modo multijugador” llevado al combate real, donde cada soldado forma parte de un sistema inteligente y coordinado.

¿Por qué Meta está colaborando con el Ejército?

A primera vista, puede parecer extraño que Meta —una empresa cuya misión declarada es “conectar el mundo”— esté desarrollando tecnología militar. Pero si se considera la evolución de sus productos, especialmente su hardware de realidad aumentada como Meta Quest y su proyecto Meta Reality Labs, la transición es menos abrupta de lo que parece.

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Meta ha invertido miles de millones de dólares en tecnologías inmersivas que, hasta ahora, no han encontrado un mercado masivo. El salto al sector defensa puede representar un camino de monetización viable para sus desarrollos, especialmente en un contexto donde los presupuestos militares de potencias como EE. UU. están en alza y cada vez más enfocados en soluciones tecnológicas avanzadas.

EagleEye
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La asociación con Anduril Industries también es clave. Esta empresa emergente se ha posicionado como uno de los actores más disruptivos en el sector defensa de EE. UU., desarrollando desde torres autónomas de vigilancia hasta drones de combate. Juntos, Meta y Anduril combinan experiencia en UX, sensores, machine learning y diseño industrial en una alianza de alto perfil.

Realidad aumentada e inteligencia artificial: la fórmula letal

El verdadero valor de EagleEye está en la sinergia entre realidad aumentada (AR) e inteligencia artificial (IA). La AR proporciona la interfaz: un entorno visual enriquecido donde el soldado puede ver datos de objetivos, rutas, amenazas y aliados. La IA, por su parte, hace el trabajo pesado: analiza el terreno, detecta patrones de amenaza y predice movimientos hostiles.

Gracias a algoritmos de visión computarizada, el casco puede identificar automáticamente a combatientes enemigos, vehículos blindados o drones de reconocimiento, incluso en condiciones de baja visibilidad o a través de obstáculos. También puede vincularse con sensores biométricos para monitorear la salud del usuario en tiempo real y activar alertas médicas automáticas si detecta heridas graves.

Y esto no es ciencia ficción. Tecnologías similares ya se usan en sistemas como el F-35, el caza más avanzado del Pentágono. EagleEye promete llevar ese mismo nivel de interfaz al terreno, al infante, a pie, donde las decisiones se toman en segundos y el margen de error es nulo.

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ARCHIVO - Mark Zuckerberg sostiene un par de gafas de realidad aumentada Orion en la conferencia Meta Connect, el 25 de septiembre de 2024, en Menlo Park, California. (AP Foto/Godofredo A. Vásquez, Archivo) AP (Godofredo A. Vásquez/AP)

¿Cómo se compara con proyectos similares?

Aunque EagleEye es uno de los proyectos más ambiciosos, no es el único. El Ejército de EE. UU. ya ha trabajado con Microsoft en el desarrollo del IVAS (Integrated Visual Augmentation System), basado en las HoloLens. Sin embargo, ese proyecto ha enfrentado múltiples críticas y retrasos, con informes de soldados mareados, visibilidad limitada y hardware poco confiable en campo.

EagleEye, en contraste, busca superar esas limitaciones con un enfoque desde cero, construido no sobre un producto de consumo adaptado, sino sobre tecnología específicamente diseñada para resistir condiciones de combate. La promesa: una plataforma robusta, modular, conectada y escalable.

Además, el diseño industrial —heredado del ecosistema Meta/Oculus— pone el foco en la ergonomía y la experiencia de usuario, algo esencial para soldados que deben usar estos dispositivos durante horas en ambientes extremos.

Las preocupaciones éticas no se hacen esperar

Como era de esperar, la entrada de Meta al complejo militar-industrial no ha sido recibida sin críticas. Activistas por la privacidad y organizaciones por la paz han alertado sobre los riesgos de militarizar tecnologías originalmente pensadas para el entretenimiento o la productividad.

También hay cuestionamientos sobre la responsabilidad de las empresas tecnológicas en el uso que se le da a sus productos. ¿Hasta qué punto Meta será responsable si su tecnología se usa en operaciones cuestionables desde el punto de vista del derecho internacional? ¿Cómo se controlará el uso de la IA en decisiones que pueden derivar en muertes?

Meta ha declarado que su enfoque es “proteger a los soldados y salvar vidas”, pero la línea entre defensa y ataque, entre protección y agresión, puede volverse difusa cuando las máquinas entran en juego.

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ARCHIVO - La mayor Lisa Jaster, centro, la primera mujer de la Reserva del Ejército de Estados Unidos en graduarse de la escuela militar Ranger, permanece formada con otros miembros de la fuerza Ranger durante una ceremonia de graduación del Army Ranger AP (Branden Camp/AP)

El futuro de la guerra es mixto (y está más cerca de lo que creemos)

EagleEye no es solo un proyecto tecnológico. Es un símbolo de hacia dónde se dirige la guerra moderna: un terreno donde la superioridad ya no se mide solo en armas, sino en datos, algoritmos y conectividad.

Con la integración de redes 5G, procesamiento perimetral (edge computing) y capacidades autónomas, el campo de batalla del futuro será una red digital distribuida. Y cada soldado, vehículo o dron será un nodo inteligente dentro de esa red. EagleEye es un paso más en esa dirección.

En esa visión, los combates ya no se deciden en trincheras, sino en nubes de datos y simulaciones tácticas. Y aunque puede sonar frío o deshumanizado, también abre la posibilidad de operaciones más precisas, con menos daños colaterales —al menos, en teoría.

¿La guerra como plataforma tecnológica?

Meta y Anduril están construyendo algo más que un casco. Están diseñando una interfaz para la guerra del futuro. Una plataforma modular, conectada, alimentada por inteligencia artificial, que redefine la relación entre humano y máquina en entornos extremos.

¿Es esto el comienzo de una nueva era militar, donde cada soldado tiene su propia “HUD” estilo Iron Man? ¿O es simplemente otro ejemplo de cómo la tecnología civil puede ser cooptada para fines bélicos? La respuesta aún no está clara. Pero lo cierto es que, con proyectos como EagleEye, el futuro de la guerra ya no es una hipótesis: es una interfaz.

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