Minecraft siempre ha sido un fenómeno mundial, pero este año llevó su popularidad un paso más allá… literalmente más allá de la humanidad. Gracias a una colaboración entre la ciencia y la tecnología, los simios ahora también están jugando Minecraft, y no es una broma.
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De los humanos a los bonobos: Minecraft cruza especies
En Iowa, el equipo de la Iniciativa de Cognición y Conservación de Simios (ACCI, por sus siglas en inglés) ha estado trabajando con bonobos —una especie de simios en peligro de extinción estrechamente relacionada con los humanos— para explorar su capacidad cognitiva a través de videojuegos.
¿El resultado? Dos bonobos, Kanzi y Teko, aprendieron a jugar Minecraft usando pantallas táctiles. Y sí, Teko incluso derrotó al Ender Dragon, el jefe final del juego.
La ACCI compartió esta historia a través de CBS News Iowa, señalando que los bonobos en su centro se comunican con humanos usando complejos lexigramas y poseen una inteligencia que ha sorprendido a más de un investigador.
La idea de enseñarles Minecraft surgió como una forma de enriquecer su entorno y estudiar sus habilidades cognitivas de una manera lúdica.
Kanzi, el pionero gamer de otra especie
El streamer y educador ChrisDaCow documentó en video el proceso por el cual Kanzi aprendió a jugar Minecraft. Inicialmente, el juego se presentó mediante un sistema de recompensas: cuando Kanzi extraía bloques, recibía bocadillos.
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De ahí, fue comprendiendo las mecánicas y expandiendo su rango de acciones dentro del mundo virtual.
Kanzi, que falleció a principios de este año a los 44 años, era una leyenda dentro de la ACCI. No solo por su inteligencia, sino porque entendía inglés conversacional, más allá de lo que cualquier otro bonobo había demostrado.
Su paso por Minecraft fue, más que un logro curioso, una prueba del potencial cognitivo de su especie.
El futuro de la ciencia, en peligro
A pesar del éxito de estos experimentos, el futuro de la ACCI es incierto. Según su presidente, Jared Taglialatela, el centro enfrenta posibles recortes de financiación pública, lo que pone en riesgo años de investigaciones.
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“Aquí en el centro de Iowa, estamos descubriendo muchísimo sobre las especies más cercanas a nosotros”, comentó Taglialatela. “Y eso está transformando no solo cómo entendemos a los bonobos, sino también cómo nos entendemos a nosotros mismos”.