Bill Gates es un sujeto peculiar que tuvo una visión y trayectoria determinante para la historia de la industria tecnológica. No sólo cofundando Microsoft, sino también impulsando la era de las computadoras personales (o PC) a través de su sistema operativo Windows y la suite de Office que en buena medida constituyeron parte de la piedra angular de nuestro presente de innovaciones. Pero hubo algo con lo que falló estrepitosamente: sus predicciones sobre el futuro de Apple con el declive del iPod y la llegada del iPhone.
Tal como acabamos de leer hace muy poco, este sujeto no era alguien infalible y muchos de los paradigmas que tenía en sus años de mayor juventud y éxito profesional han ido cambiando con el paso del tiempo. Ahí está la historia sobre su postura acerca de las vacaciones. En donde afortunadamente, para él, su familia y sus empleados, ahora las considera como sanas y hasta necesarias.
Así como falló en su visión con un asunto tan simple como descansar de vez en cuando para poder hacer más y mejores cosas también tuvo un error de perspectiva con su mayor competidor: Apple. En aquel momento, bajo el liderato de Steve Jobs le resultaba obvio que la bonanza económica derivada de las ventas del iPod en algún momento habrían de caer.
En esa parte tuvo razón, era obvio. Pero tuvo un fallo grave al momento de dimensionar el futuro de la industria con el nacimiento del smartphone.
Bill Gates tuvo razón sobre la caída del iPod pero falló al predecir el futuro del iPhone para Apple
Tal como relatan los colegas de NBC News, hace casi dos décadas, Bill Gates anticipó la eventual caída del iPod y el ascenso del teléfono móvil como el dispositivo preferido para escuchar música. Su predicción, aunque considerada audaz en ese momento, resultó ser relativamente profética, ya que hoy en día los teléfonos inteligentes han relegado al iPod a un segundo plano.
En 2005, cuando el iPod se encontraba en su apogeo, Gates expresó su escepticismo sobre la sostenibilidad a largo plazo del dispositivo en una entrevista con el periódico alemán Allgemeine Zeitung con una simple pero lapidaria declaración:
“Por muy bueno que sea Apple, no creo que el éxito del iPod sea sostenible a largo plazo. Se pueden establecer paralelismos con las computadoras: Apple era muy fuerte en este campo antes, con su Macintosh y su interfaz gráfica de usuario - como el iPod de hoy - y luego perdió su posición.”
La analogía de Bill Gates, donde comparó la situación del iPod con la trayectoria de Apple en el mercado de las computadoras lucía como sensata en ese momento, pero estaba perdiendo de vista una variable en la ecuación, o por lo menos no la estaba dimensionando con todo su peso.
En ese momento, la idea de que un teléfono móvil pudiera reemplazar al iPod como dispositivo principal para escuchar música parecía descabellada. Los teléfonos celulares de la época eran pesados, su capacidad de almacenamiento era ridícula, su interfaz por lo general era terrible y la escuchar música era más cómodo en un reproductor MP3.
Aún así Bill Gates vislumbró un futuro donde el dispositivo de Apple sería relegado por otro mucho más completo y robusto. Lo que jamás pensó es que la gente de Steve Jobs sería justamente la encargada de crearlo:
“Si me preguntaran qué dispositivo móvil ocuparía el primer lugar para escuchar música, seguramente apostaría por el teléfono móvil.”
El error de Bill Gates: subestimar a Apple con el iPhone
Su predicción resultó ser acertada. En 2007, Apple presentó el iPhone, un dispositivo revolucionario que combinaba las capacidades de un teléfono con las de un reproductor de música y un navegador web. El iPhone rápidamente se convirtió en un éxito rotundo, transformando el panorama de la industria de la telefonía móvil y erosionando la posición dominante del iPod.
Hoy en día, los teléfonos inteligentes son los dispositivos preferidos para escuchar música y usar apps, con una amplia gama de funciones y capacidades que superan a lo que podía hacer el iPod.
De modo que, si bien Gates anticipó correctamente el declive del reproductor MP3 de Apple, vaya que subestimó la capacidad de la compañía para adaptarse al mercado de teléfonos inteligentes.