Apple es una de las empresa más reconocidas a nivel global. Desde hace más de 45 años es la pionera en avances tecnológicos y una de las precursoras en la era digital. No es de gratis que los llaman el gigante de Cupertino. Steve Jobs fue el gran ejecutor de diferentes estrategias para que la compañía de la manzana mordida goce del reconocimiento que tiene en la actualidad.
Incluso después de muerto, en Apple se siguen muchas de las técnicas de Steve Jobs para mantener la empresa en lo más alto de la industria tecnológica. Y sí, es cierto que las innovaciones digitales y las novedades en dispositivos son la principal fuente del éxito, pero la realidad es que hay un elemento oculto del que pocos hablan.
Se trata de un método que Steve Jobs usaba para mantener los diferentes departamentos en óptimo funcionamiento. Cada uno de los empleados, o al menos los líderes de los proyectos, debían tener una característica para poder llevar adelante un emprendimiento.
Conocer de informática, computación, programación y todo lo referente a este tema estaba implícito. Además de eso, los empleados debían comprender que las formas de trabajar en Apple eran completamente diferentes a cualquier otra empresa que hayan pisado.
¿Cuál era la diferencia para trabajar en Apple?
Quien sea que haya trabajado en una mediana o gran empresa, a nivel industrial, sabe la importancia que tiene un manual de procedimiento. La manera de hacer ciertas cosa se tiene que seguir ejecutando de la misma manera para mantener la optimización.
Sin embargo, para Steve Jobs esto no debía ser así. Cada una de las iniciativas, por mucho que se parecieran a una versión anterior, tenía sus diferencia. Y para Steve Jobs no importaba el hecho de que sus empleados conocieran los procedimientos, sino el objetivo al que se quería llegar.
Esto fue algo que el mismo Steve Jobs tardó unos años en comprender. Después de que en 1979 visitar un centro de investigaciones de Xerox PARC, en donde vio por primera vez el mouse, el cofundador de Apple quiso emular esta tecnología.
Sus entonces empleados le dijeron que, siguiendo los procesos que ejecutan en la empresa, iban a tardar unos 5 años en hacer un dispositivo similar y que su costo iba a ser muy elevado, de 300 dólares aproximadamente.
“Recuerdo que me gritaban que tardarían cinco años en diseñar un mouse y que costaría 300 dólares. Finalmente me harté, salí y encontré a David Kelly Design, y en 90 días teníamos un ratón que podíamos construir por 15 dólares y que era fenomenalmente fiable”, contó en vida, según El Cronista.
De esta manera fue que comenzó a centrarse en empleados que tuvieran clara la idea de a dónde se quería llegar, sin darle mucha importancia si sabían o no los procedimientos tradicionales.