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“No viene el presidente, viene Steve Jobs”: La cena en la que Jonathan Rotenberg convenció a Jobs por el mismo objetivo

Lanzar la Macintosh fue clave para Rotenberg y Jobs.

Steve Wozniak y Steve Jobs
Steve Wozniak y Steve Jobs

Dos genios. De un lado, Jonathan Rotenberg, cofundador de The Boston Computer Society, la organización de usuarios de computadoras personales más grande del mundo. Del otro, nada más y nada menos que Steve Jobs, el cerebro detrás de Apple. Una cena los hizo coincidir, obsesionados con un mismo objetivo.

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Un informe publicado en el sitio web de Applesfera recuerda esta magnífica anécdota entre estos dos adelantados de la industria de la tecnología. No puede tener nada de carne. Te haré una lista exacta del tipo de comida que queremos servir. No te puedes salir de este menú y cada cambio tenemos que hablarlo personalmente, le comunicó Rotenberg a Odette Berry, chef estrella de Boston en los ochenta.

La cena no debía tener ni un plato equivocado. “¿Quien viene? ¿El presidente?”, preguntó Berry, sorprendida por la respuesta de Jonathan Rotenberg: “No. Steve Jobs”.

En ese momento, Rotenberg era un joven de 18 años, pero tenía una mente adelantada por la informática y cofundó el Boston Computer Society. También para convencer a la gente, como a Bob Washburn, un gerente de ventas regional que trabajaba en una prometedora compañía de computadoras llamada Apple Computer Inc., de ayudarlo a encontrarse con los jefes.

Jonathan Rotenberg
Jonathan Rotenberg

Rotenberg quería a Jobs y Wozniak en un evento

Rotenberg pretendía que los dos fundadores de Apple, incluyendo a Steve Wozniak, hablaran en su evento de tecnología centrado en la marca, llamado “Applefest”. Rotenberg organizó todo con 18 años, pero aquello no era cualquier cosa: fue la primera feria de informática específica de Apple.

La asistencia de las dos cabezas visibles de Apple no fue la única gran presencia del evento. También estaba el editor de tecnología del Wall Street Journal, Dick Schaffer; el fundador de la revista Inc. Magazine, Bernie Goldhirsh y el reportero de tecnología del Boston Globe. Sin embargo, a quien Rotenberg había estudiado al detalle era su ídolo de la infancia, Steve Jobs. Se podría decir que había organizado todo aquello para conocerlo a él.

La chef Odette y aquel chico habían organizado una cena de siete platos exquisitamente elegantes e innovadores. Un menú absolutamente vegetariano y especialmente diseñado para Jobs en un restaurante que incluso cambió su nombre de Another Season a Lala Roth, hoy día cerrado.

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Lala Roth
Lala Roth

Esta cena le permitió a Rotenberg, primero, comocer a Steve Jobs, su ídolo. Pero también entender uno de sus secretos.

El secreto de Steve Jobs que nadie conocía

Si bien muchos piensan que la manzana era la fruta favorita de Jobs, razón por la que algunos aseguran que llamó a Apple de esa forma, su verdadera fruta favorita era la fresa. “Oímos que te gustan las fresas...”, le dijo Rotenberg a su agasajado, que sonreía al ver el manjar.

Después de la cena, los invitados fueron a la casa de los padres de Rotenberg en Beacon Hill, a tomar unos licores y unos biscotti, un clásico dulce de las sobremesas. Pero en realidad el plan del joven Jonathan era encontrar un momento para hablar con Steve Jobs a solas sobre el futuro de Applefest.

Tras conversar, Jobs le regaló un bolígrafo de oro con el logotipo de Apple y lo cogió por el hombro: “¿Podrías llamar a mi asistente la semana que viene? Quiero que vueles a California para que podamos sentarnos tranquilos y hablar de esto”.

Steve Jobs
Steve Jobs

Tres años después, en 1984, Jonathan Rotenberg no solo conocía a su ídolo, sino que veía cómo el Macintosh hacía su primera aparición pública en el mundo en el Boston Computer History Society, con un Steve Jobs pletórico y un Rotenberg orgulloso. Uno presentó un revolucionario producto, el otro fue testigo de su lanzamiento en un evento organizado por él mismo. Ambos ganaron.

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