Han pasado exactamente seis días desde la muerte de la reina Isabel II del Reino Unido. Desde entonces, se han activado y cumplido a rajatabla cada uno de los protocolos que requiere la partida física de un miembro de la familia real británica.
Durante estos días y hasta el próximo domingo se cumplirá un recorrido de féretro con el cuerpo de la monarca, para que su pueblo, en Gran Bretaña, le brinde sus respetos.
Sobre lo que hablaremos en esta reseña es precisamente el ataúd en el que viajan los restos de Isabel II.
Cómo lo dice la norma en la familia real, cada miembro debe ser velado y enterrado en una urna de plomo. Lo hicieron con la princesa Diana tras su fatal accidente en 1997 y recientemente ejecutaron el mismo protocolo con Felipe de Edimburgo, en abril del 2021.
De hecho, de acuerdo con lo que reseña Gizmodo, el ataúd de la reina Isabel II está diseñado y fabricado desde hace 30 años. No es que ansiaban su partida física. Es que realmente cada detalle debe estar preparado ante cualquier eventualidad.
La familia real a un ataúd de plomo
Los motivos para que este material esté dentro de los revestimientos de las urnas, es para que se conserven un poco más de tiempo los cuerpos. Explican que con el plomo se bloquea la humedad y de esta manera la descomposición se hace de forma más lenta; aproximadamente en un año.
Gizmodo reseña que la tradición se ha ido cumpliendo a lo largo de los últimos cuatro siglos. En los registros de la Abadía de Westminster está plasmado que los cuerpos de Isabel I y Carlos II recibieron su santa sepultura en urnas de plomo.
Hay leves excepciones de miembros de la realeza que no fueron enterrados en este tipo de urnas, pero fue porque antes de morir pidieron ser incinerados.

