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¿Estás de acuerdo? Estas son las peleas más decepcionantes de Dragon Ball

Hay combates que se recuerdan como si fueran mitología. Pero también existen peleas que, por guion, tono o ejecución, se sienten como una promesa a medias.

Yamcha vs Shen
Yamcha vs Shen

En una franquicia donde un puñetazo puede cambiar el destino del universo, la decepción no llega por falta de rayos de energía, sino por algo más simple: que una pelea no “cuente” lo suficiente. Dragon Ball ha construido una reputación a base de clímax perfectos, y por eso mismo cada combate que se siente torpe, anticlimático o directamente fuera de lugar queda marcado.

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No es que sean peleas “malas” en un vacío: es que, comparadas con lo mejor de la saga, se perciben como oportunidades desperdiciadas.

Cuando la trama sabotea el combate

Un ejemplo clásico es Goku vs Androide 19. Sobre el papel, era una gran carta de presentación para la amenaza androide. En pantalla, se convierte en una pelea donde el espectador ve a Goku caer por el virus cardíaco y tomar decisiones que parecen más útiles para el rival que para él.


El resultado no es tensión, sino frustración: la batalla se siente menos como un choque de estilos y más como un trámite para que otro personaje (Vegeta) entre a escena a limpiar el desastre.

Humor en el lugar equivocado

Dragon Ball siempre ha sido comedia y acción, pero no todas las mezclas envejecen igual. La pelea de Yamcha contra el Hombre Invisible (Torneo de Baba) arranca con una idea ingeniosa: luchar sin ver al rival, usar el oído, el instinto, la anticipación. P

ero la resolución recurre a un chiste fácil y de mal gusto que corta de raíz lo más interesante del concepto. Ahí duele porque no fallaba la premisa; fallaba la decisión de remate.

“Trampas” que quitan mérito a los personajes

En Dragon Ball Super, Piccoro vs Frost tiene un inicio que ilusiona: técnicas, recursos, lectura del rival. Y aun así, la pelea termina girando hacia el veneno y la trampa, no como giro brillante, sino como una forma de mover piezas para el siguiente combate.

Cuando un personaje con la trayectoria de Piccoro pierde por un atajo así, queda la sensación de que la serie le dice al público: “esto no iba de él”.

Batallas que parecen sketches, no artes marciales

Otra variante del problema aparece con Shen (Kami) vs Yamcha (otra vez) en el 23º Torneo. Es entretenida como gag, pero floja como enfrentamiento de torneo. Funciona si lo que se busca es teatro, pero falla si se espera una pelea “de verdad”.

Y Yamcha, históricamente, no ha tenido muchas oportunidades de brillar: por eso estas escenas se sienten como otra puerta cerrada.

El enemigo “gimmick” que dura lo que tarda un empujón

Goku vs Botamo en el Torneo Universal del las Artes Marciales es el ejemplo de manual: un rival con mecánica curiosa que se resuelve por la vía menos emocionante. No hay escalada, no hay adaptación real, no hay sensación de peligro.

Es una idea simpática que se apaga rápido, como si la historia dijera “había que llenar una casilla”.

Finales convenientes: cuando ganar no se siente como ganar

La película de Bio-Broly remata con una solución de química y circunstancia que, para muchos, suena a salida de emergencia. No se pide que todo se resuelva a golpes, pero en una franquicia que vende épica marcial, cerrar así deja un sabor raro: el villano se “apaga” más que se derrota.

Revancha sin magia y transformaciones desperdiciadas

Hay decepciones por comparación directa. Goku vs Golden Freezer en la versión televisiva de Super se percibe inferior a lo que prometía el concepto (y a otras versiones del mismo arco), con ritmo irregular y menos impacto visual del que se esperaba para una “gran revancha”.

Y en GT, la llegada de Vegeta Super Saiyan 4 debería ser un momento histórico… pero se usa casi como escalón para llegar a Gogeta. Es decir: aparece lo que el fandom quería, pero no se le da el peso que merecía. Una transformación icónica convertida en trámite.

La Saga de Buu y su deporte favorito: el anticlimax

Dos nombres suelen salir en la misma conversación: Ultimate Gohan vs Super Buu y Gotenks vs Super Buu. En el primer caso, se arma un regreso heroico que termina en trampa y absorción, dejando la impresión de que el arco prometió una cosa y entregó otra.

En el segundo, la pelea es creativa y graciosa, sí, pero para parte del público la actitud juguetona choca con lo que está en juego, y el tono descoloca.

Lo curioso es que estas peleas no “arruinan” Dragon Ball; solo muestran su talón de Aquiles: cuando la historia prioriza el movimiento de piezas por encima del significado del combate, el espectador lo nota. Y en una serie que vive del impacto, eso pesa.

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Si hay que mojarse: ¿cuál de estas decepciones es la más imperdonable, y cuál se salva “porque al menos es divertida”?

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