En Dragon Ball, el futuro rara vez llega con una carta formal y un traspaso de mando. Llega con una patada inesperada, una sonrisa confiada y esa sensación de “uy, aquí hay algo”.
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Por eso, mientras muchos aún discuten si Gohan debía haber sido el protagonista definitivo, Dragon Ball Super lleva tiempo coqueteando con otra idea: que el sucesor de Goku no sea su hijo… sino su nieta.
El “problema Gohan”: mucho poder, poca vocación de protagonista
La historia ya es conocida, pero vale recordarla: Gohan fue construido como heredero durante gran parte de Dragon Ball Z. Su arco emocional, su potencial y momentos como Cell Games parecían gritar “aquí viene el próximo”.
Y, sin embargo, cuando tocó sostener la serie, el personaje chocó con su propia esencia.
Gohan nunca fue “Goku 2”. Fue un chico brillante, empático y más interesado en vivir tranquilo que en perseguir el siguiente rival imposible.
En una saga como Dragon Ball —donde el motor dramático suele ser “me hago más fuerte porque sí”— esa personalidad lo deja en desventaja narrativa. Gohan reacciona al peligro; Goku lo busca.
Por eso, cada vez que Super intenta colocarlo en el centro, termina repitiendo el mismo ciclo: se “oxida”, lo retan, vuelve, tiene un momento épico… y luego se diluye.
Funciona como carta especial, pero cuesta verlo como el eje constante de una franquicia que necesita hambre de combate casi como oxígeno.
Pan entra al ring con una ventaja que Gohan nunca tuvo
Aquí es donde Pan empieza a sonar distinta. Desde su presentación, la saga la ha dibujado con un ADN muy reconocible: curiosidad, energía y gusto genuino por pelear. En otras palabras: vibra Goku, pero con su propia personalidad.
Dragon Ball Super ha insistido en mostrarla como “talento precoz” de manera casi descarada. Donde Goku tardó en dominar ciertas habilidades y Gohan fue progresando a empujones, Pan aparece con una facilidad que funciona como mensaje: “ojo con esta”.
Super Hero fue el aviso más claro
El gran empujón llegó con Dragon Ball Super: Super Hero. La película (y su adaptación en manga) no la trata como mascota simpática de la familia Son, sino como pieza narrativa real: tiene presencia, momentos, carácter y, sobre todo, un vínculo fuerte con Piccolo que abre posibilidades nuevas.
Y ahí está la clave. Dragon Ball suele apostar por relaciones maestro-alumno para impulsar relevos generacionales.
Goku tuvo a Roshi; Gohan tuvo a Piccoro; y ahora Pan vuelve a tener a Piccolo, pero desde un lugar distinto: no es solo entrenamiento, es complicidad, aventura y construcción de identidad.
La escena que huele a “cambio de era”
En el cierre de la saga de Super Hero en el manga, hay un detalle que se siente como teaser: el primer gran intercambio entre Pan y Goku en la línea temporal moderna.
La escena tiene ese lenguaje corporal típico de Toriyama/Toyotarou cuando quieren insinuar futuro: Goku interesado, Pan lanzada, y la sensación de que esto recién empieza.
No es una coronación oficial, pero sí una dirección: si la franquicia busca un nuevo centro, necesita a alguien que disfrute el viaje, no que lo soporte por obligación.
El día que Pan se transforme, se acabó el debate
Hay un “momento inevitable” que, cuando ocurra, va a resetear discusiones: Pan Super Saiyajin
No solo por el factor espectáculo, sino porque sería el símbolo definitivo de que la antorcha pasó de generación en generación… y aterrizó donde Super parece estar mirando.
Gohan no deja de ser importante, ni mucho menos.
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Pero si la pregunta es “¿quién puede cargar con Dragon Ball como protagonista?”, la respuesta parece cada vez menos académica y más evidente: Pan tiene el apetito, el carisma y el potencial narrativo para ser la nueva cara del legado de Goku.

