Cuando Toei Animation decidió continuar Dragon Ball Z con una secuela no escrita por Akira Toriyama, el resultado fue Dragon Ball GT: una serie llena de buenas intenciones, pero también de decisiones que hoy desafían el canon establecido por Dragon Ball Super y DAIMA.
Te puede interesar: [¿Un remake de Dragon Ball Super? Por qué podría ocurrir y qué se necesita]
Con el paso del tiempo, y una franquicia más enfocada en mantener una narrativa coherente, ciertos detalles de GT se han vuelto auténticos dolores de cabeza para quienes intentan armar esta línea temporal como si fuera un rompecabezas. Spoiler: faltan piezas.
Super 17: una fusión que ni los androides entienden
En GT, el concepto de fusión se llevó a nuevas fronteras... pero sin lógica de por medio. El caso de Super 17, fruto de la unión entre Androide 17 y Hell Fighter 17, deja más preguntas que respuestas. ¿Por qué tienen cuerpos iguales pero el resultado es un tipo más musculoso con brazos ametralladora? Nadie lo sabe.
¿Y por qué se fusionan por contacto en lugar de absorberse como en otros casos? Magia de guión.
Las Esferas del Dragón de Estrella Negra: poderosas, confusas y letales
Introducir unas esferas más potentes que las clásicas parecía una gran idea. Pero en GT, las Esferas de la Estrella Negra no solo no tienen explicación previa, sino que su existencia pone en jaque todo lo que se sabía del universo de Dragon Ball.
¿Cómo es que jamás nadie las mencionó? ¿Por qué solo Piccoro puede detenerlas… muriendo? Si la serie buscaba tensión, lo logró; coherencia, no tanto.
Super Saiyajin 4: peludo, épico… y lleno de huecos argumentales
¿Querías un nuevo nivel Saiyajin? Aquí tienes al Super Saiyan 4, mitad mono, mitad fiera, y 100% inconsistente. Para alcanzar esta forma, Goku necesita que le arranquen la cola con unas pinzas gigantes... porque claro, la magia estaba ocupada.
¿Y Vegeta? Él simplemente aparece con la transformación, sin muchas explicaciones. En DAIMA, las colas vuelven a cobrar relevancia, pero sin ese nivel de caos visual. ¿Qué fue eso, GT?
El Infierno, el Espacio Sugoroku y un universo que se desmorona
Dragon Ball nos llevó al Otro Mundo con reglas claras. Luego llegó GT y las rompió todas. Goku cae en un lugar random llamado Espacio Sugoroku (¿desde cuándo existe eso?), y mientras tanto, el Infierno está básicamente sin supervisión. ¿Qué hace Enma-sama? ¿Tomando vacaciones? ¡Esto parece un fanfic con presupuesto!
Kibito Kai y las fusiones que eran para siempre... hasta que ya no
Recordemos que la fusión Potara era “permanente”… o eso creíamos. En GT, Kibito Kai sigue tan unido como el primer día. Pero Dragon Ball Super nos dice que los dioses pueden revertirla. Entonces, ¿por qué en GT siguen fusionados?
¿Se les olvidó pedir un deseo? Aquí la única fusión duradera es la del desconcierto con la contradicción.
Majuub: gran idea, poca explicación
La fusión entre Uub y Buu Bueno para crear a Majuub es una gran forma de aprovechar dos personajes desaprovechados. Pero como todo en GT, ocurre sin contexto, sin reglas claras y sin posibilidad de repetición.
¿Es una absorción? ¿Una fusión emocional? ¿Un efecto secundario de comer caramelos mágicos? Jamás lo sabremos.
El final de GT: poético, sí… pero ¿qué fue eso?
El adiós de Goku tras derrotar a Omega Shenron es visualmente hermoso. Pero narrativamente, es un gran “¿qué?”. ¿Murió? ¿Se volvió parte de las Esferas? ¿Ahora es el Uber del dragón Shenron? Y luego, reaparece un siglo después con Goku Jr., porque GT nunca fue de cerrar puertas, solo de dejarlas entreabiertas.
Te puede interesar: [¿Vegeta sería un buen protagonista? Al menos, así lo piensa el editor de Dragon Ball]
GT: cuando la nostalgia se peleó con la lógica
Aunque Dragon Ball GT tiene momentos épicos y una estética que muchos fans aún valoran, sus inconsistencias la alejan más y más del canon oficial. Hoy, con Super y DAIMA reescribiendo el futuro de la franquicia, GT queda como un experimento valiente pero accidentado.
¿Canon? No exactamente. ¿Recordado? Siempre. ¿Coherente? Solo en sueños de Shenlong.

