Si creciste viendo a Goku luchar contra Freezer en Namek o a Gohan destrozar a Cell con una sola mano, es muy probable que Dragon Ball tenga un lugar especial en tu corazón. Pero cuando llegó Dragon Ball Super, algo cambió. Y no para bien, al menos para muchos fanáticos de la era Z.
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Aunque Super ha conseguido su propia legión de seguidores, los fans OG no dejan de señalar que “ya no es lo mismo”. ¿Qué pasó? ¿Acaso el ultra instinto no fue suficiente? ¿Faltaron senzu o sobró relleno? Aquí desglosamos por qué Super no logró encender el ki nostálgico de los más veteranos.
Arcos que no llegan ni al Kamehameha
Incluso en sus mejores momentos, Dragon Ball Super no logra tocar la fibra que sí tocaban los arcos de DBZ. El Torneo de Poder es épico, sí, pero no al nivel de Cell o Buu. Y sagas como la Resurrección ‘F’ o Granolah... bueno, muchos fans preferirían un maratón de Garlic Jr. antes que volver a verlas.
Ni Moro ni Gas ni Zamasu logran colarse en el panteón de villanos memorables como Freezer, Cell o Majin Buu. Incluso cuando Super intenta emular la esencia de DBZ, parece quedarse a medio camino.
Personajes queridos, pero maltratados
Uno de los puntos que más irrita a los fans clásicos es cómo algunos personajes fueron escritos como si se hubieran golpeado la cabeza con una roca del Planeta Vegeta.
Goku pasó de ser un guerrero noble y determinado a un obsesionado por pelear, casi torpe. Gohan, Videl, Trunks del Futuro… todos con menos brillo y desarrollo que antes.
¡Y ni hablemos de Bardock! De ser un antihéroe brutal y oscuro en el especial original, Super lo convierte en un “papá Disney” preocupado y buen tipo. A algunos les gusta… pero a muchos les parece un insulto a su versión original.
¿Qué pasó con el arte?
El cambio de estilo es innegable. Donde antes había trazos crudos, dramáticos y llenos de tensión, ahora todo luce más suave y... ¿plástico? La falta de sombras, la animación inconsistente (especialmente en los primeros episodios) y los peinados más coloridos que una piñata no ayudan.
Para los nostálgicos, el drama visual de DBZ es parte de su encanto... y Super no lo tiene.
Cero sangre, cero impacto
Puede sonar extremo, pero sí: la falta de sangre afecta. En DBZ, cada golpe dolía. Cada transformación venía acompañada de gritos, heridas y sangre. En Super, incluso las peleas más intensas parecen prácticas de sparring. Si los personajes apenas sangran, ¿cómo sentir que hay peligro real?
Sin consecuencias, sin evolución
Dragon Ball Z crecía con sus personajes. Gohan maduraba, Goku moría (varias veces), los niños crecían… Había evolución real. En Super, parece que todo vuelve a la normalidad después de cada saga. Todo sigue igual. El statu quo es tan fuerte que hasta Piccolo sigue siendo niñero.
Incluso cuando hay avances, como Gohan Beast o Pan entrenando, se sienten mínimos comparado con el crecimiento que vimos en Z.
Villanos que no intimidan
Freezer sigue siendo el villano más querido… ¡y eso que ha regresado ya dos veces! El resto de los antagonistas de Super son olvidables, con diseños menos imponentes y motivaciones genéricas. Goku Black fue una excepción, pero ni él logró alcanzar el estatus de leyenda.
El “Show de Goku y Vegeta”
Uno de los grandes problemas señalados por los fans es que Dragon Ball Super es básicamente “Goku y Vegeta: La Serie”. Mientras que en DBZ había espacio para Krillin, Piccolo, Gohan, incluso Mr. Satán, Super le dio vacaciones forzadas a casi todo el elenco. Y eso, en una serie coral, se nota.
Falta de ideas frescas
Super sufre de “síndrome del remake espiritual”. Muchos arcos parecen reciclajes disfrazados. Dos sagas que adaptan películas, un Torneo del Poder que homenajea a Z, una nueva forma malvada de Goku... y una repetición de Cell (hola, Cell Max). Para muchos, Super prefiere jugar a lo seguro en vez de innovar.
Y el tiempo... simplemente no pasa
Uno de los encantos de DBZ era ver cómo los personajes crecían, envejecían, maduraban. En Super, eso no existe. Los niños no crecen. Goku no cambia. Vegeta sigue en modo “casi lo logro”. Ni siquiera se siente que pase el tiempo, salvo cuando la trama lo exige.
Entonces… ¿es malo Dragon Ball Super?
No necesariamente. Tiene momentos brillantes, peleas emocionantes, animaciones espectaculares (en sus mejores episodios) y un gran fanbase.
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Pero para los fans clásicos, que crecieron con el dramatismo, la crudeza y el crecimiento constante de DBZ, esta nueva etapa se siente como una versión más liviana, menos intensa… y con demasiado brillo.
Y no, no es solo la nostalgia. Es que DBZ puso el listón muy, muy alto.

