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Este es el gran problema del manga actual, según un legendario editor de Dragon Ball

Ya no existe la grandeza de décadas pasadas, dice.

Dragon Ball - Portada tomo 4 (17 del homenaje) hecha por Akira Amano
Dragon Ball - Portada tomo 4 (17 del homenaje) hecha por Akira Amano

Durante 40 años, Dragon Ball marcó el estándar del shōnen con historias épicas y personajes inolvidables. Hoy, su editor de siempre, Kazuhiko Torishima, suena la alarma: la industria del manga ha apostado por tramas breves, dictadas por análisis fríos, y sufre un “hambre” de éxitos rápidos que condena a los nuevos títulos a extinguirse en menos de tres años.

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De leyenda viviente a crítico implacable

Torishima llegó a Shōnen Jump en los primeros ochenta, puliendo el talento de Akira Toriyama y orquestando cada aspecto de Dragon Ball, desde la creación de Goku hasta la planificación de sagas como la de Freezer.

Su mano firme convirtió lo que comenzó como un manga modesto en un fenómeno global, inspirando generaciones de dibujantes y guionistas.


Sin embargo, en su libro recién publicado, el veterano editor no ahorra críticas al panorama actual:

  • Dependencia de datos: Antes, las decisiones editoriales partían de la experiencia, la intuición y la cercanía al lector. Hoy, los números mandan, encogiendo el margen de maniobra creativo.
  • Historias “comida rápida”: Tramas cortas, ciclos de publicación de menos de tres años y un afán de “enganchar ya” que sacrifica el desarrollo de personajes y giros argumentales potentes.
  • Caducidad programada: Como en un menú exprés, se busca la máxima rentabilidad inmediata, olvidando el anhelo de construir universos duraderos que resuenen en el tiempo.

Para Torishima, esta fobia a alargar las series condena a las nuevas licencias a un éxito fugaz. Los lectores, saturados de opciones, pronto pasan de un manga a otro sin crear esa conexión profunda que hizo inolvidable a Dragon Ball.

One Piece y la hora de la verdad

Ni siquiera One Piece, el mastodonte de Eiichiro Oda con más de 1000 episodios, escapa a su mirada crítica. Torishima sostiene que:

“Si Oda hubiera comenzado hoy, hubiera recibido toneladas de datos y críticas antes de tiempo. Y esto lo habría limitado, incluso forzado a recortar arcos completos.”

Su reproche no va contra el genio de Oda, sino contra la política editorial de Shōnen Jump, incapaz de sostener estándares artísticos más que cifras de ventas semanales. Con ello, subraya, se pierde la ambición de “contar una gran saga” y se reduce el manga a un ciclo de encuestas y correcciones pseudo-automáticas.

¿Hacia dónde va el manga?

Torishima reclama un giro: recuperar la confianza en el autor, volver a publicar historias que crezcan de forma orgánica, sin someter cada página a encuestas rápidas. Solo así, asegura, podrá volver a nacer un fenómeno con la fuerza de Dragon Ball.

En un mercado global que consume anime y manga sin freno, su advertencia es clara: la prisa mata el asombro. Si la industria no reequilibra intuición y análisis, el manga quedará atrapado en “comidas rápidas” de nicho, incapaces de forjar héroes y villanos que sobrevivan al paso de los años.

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Quizá sea hora de recordar aquel modo de trabajar “a ciegas”, guiado por el amor al oficio, y rescatar la grandeza de narraciones épicas que hacen vibrar corazones más allá de la moda pasajera.

       

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