El anime y la inteligencia artificial se han subido al ring una vez más, y esta pelea promete varios episodios. ¿La última chispa que encendió el debate? Un evento de fin de año de Toei Animation, donde se mencionó una colaboración con la startup de IA Preferred Networks.
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Muchos creyeron que el anime Pretty Cure había sido tocado por la varita mágica (o maldita) de la IA. Toei salió rápidamente a decir que no, pero el revuelo ya estaba armado.
Y no es para menos. Con cada vez más herramientas de IA apareciendo como hongos después de la lluvia, los creadores de anime empiezan a preguntarse: ¿esto nos ayuda o nos reemplaza?
¿Arte hecho a mano… o hecho por un robot?
En marzo, un anime llamado Twins Hinahima se volvió el centro de atención por incluir IA en su producción. Algunos dijeron “¡qué innovador!”, otros gritaron “¡sacrilegio!”.
Animadores veteranos levantaron la ceja preocupados: si la IA aprende a replicar la estética del anime, ¿no estaríamos perdiendo lo que hace único al género?
No solo se trata del estilo. Hay temas más espinosos, como la propiedad del arte generado por IA. Si una máquina se inspira en miles de dibujos humanos… ¿quién tiene los derechos de esa mezcla?
La IA no firma contratos ni cobra regalías, pero sí puede crear imágenes que se ven muy “anime”, sin necesidad de un artista real detrás.
La industria está dividida (y mucho)
No todos están en modo pánico. Naomichi Iizuka, director de Twins Hinahima, cree que la IA podría ser un alivio en un mundo donde las jornadas maratónicas y los sueldos bajos son la norma. Según él, automatizar ciertas tareas podría ayudar a los estudios a sobrevivir y hasta mejorar.
Pero aún así, tocar el tema de IA en reuniones de estudio parece ser como lanzar una granada en medio de una cafetería. Una encuesta de 2023 mostró que la mayoría de los trabajadores del anime quieren que se regule el uso de esta tecnología.
No se oponen del todo, pero sí piden reglas claras. Porque si no hay control, la IA podría terminar tomando más que solo el trabajo de delinear fondos.
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El caso de Toei fue una muestra clara: incluso la sospecha de IA genera ruido. La industria todavía no sabe dónde trazar la línea entre lo innovador y lo inaceptable.