Un verdadero líder es alguien que inspira a los demás a alcanzar su máximo potencial. Y en los momentos de crisis se pone en la piel de su equipo y lucha hombro a hombro junto a todos. Se van a cumplir nueve años de la muerte de Satoru Iwata, expresidente de Nintendo, y su legado no ha podido ser imitado por los representantes de la industria de los videojuegos.
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El negocio está en crisis, a pesar de que todo el mundo de alguna u otra forma está disfrutando de un videojuego. Las ventas no son suficientes para sostener algunas compañías y, según reseña Infobae, hay una ola de despidos en compañías como Activision Blizzard, Xbox y Riot Games.
La figura de Satoru Iwata, expresidente de Nintendo, resurge como un ejemplo de liderazgo basado en la solidaridad y la responsabilidad social, por lo que hizo cuando las papas quemaron las manos en momentos de crisis para la gran N de los videojuegos.
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En los años 2011 y 20214, Nintendo enfrentó desafíos financieros, especialmente con el rendimiento inferior de la consola Wii U.
Ante la disyuntiva de reducir costos, Satoru Iwata adoptó una filosofía única. En lugar de recurrir a despidos masivos, tomó la decisión de reducir su propio salario en un 50%. Este gesto no solo evitó que empleados perdieran sus puestos de trabajo, sino que también destacó la solidaridad del líder con su equipo.
En un movimiento contrario, empresas como Activision Blizzard, Xbox y Riot Games han optado recientemente por despidos significativos en respuesta a las bajas ventas. Aunque estas decisiones pueden entenderse desde una perspectiva económica, han generado críticas sobre la prioridad dada a las ganancias frente al bienestar de los empleados.
El legado de Iwata ofrece lecciones valiosas en un momento en que la industria de los videojuegos enfrenta desafíos. Su enfoque en la solidaridad, la toma de decisiones ética y la responsabilidad compartida destaca que el éxito financiero y la integridad empresarial no son mutuamente excluyentes.
La decisión de Iwata no solo preservó empleos, sino que también contribuyó a una cultura corporativa centrada en los valores y la empatía. Su liderazgo inspiró lealtad entre los empleados y resonó positivamente en la percepción pública de Nintendo.