En la guerra actual de consolas para nadie es un secreto que Microsoft no ocupa la posición máxima como punta de lanza para la actual generación. Pero debemos reconocer que la Xbox Series S es un dispositivo bastante atractivo al que se le puede sacar mucho jugo si se configura bien.
Esta consola desde su presentación misma fue considerada como la opción más “accesible” en términos de su costo y las opciones de entretenimiento que ofrece.
No cuenta con una unidad de lectura de discos físicos y recae 100% en el uso de descargas digitales pero prácticamente todos los demás elementos de diversión potencial están ahí presentes.
La Xbox Series S tiene una CPU idéntica a la Series X: Un AMD Zen 2 de 8 núcleos, con muy poca diferencia en la velocidad, 3.8 GHZ en el hermano mayor y 3.6 en la pequeña blanca.
Pero la GPU de la Series S es una AMD RDNA 2 20 CUs 1,565 GHz que corre a 4 teraflops. Lo que abre la necesidad de hacer algunos ajustes.
La idea general es que una consola automatiza todo volviendo más directa e inmediata la carga de juego y por ende el entretenimiento.
Pero lo cierto es que resulta necesario correr algunas configuraciones adicionales, particularmente en el caso de esta consola, para garantizar una mejor experiencia de juego, siguiendo estos sencillos pasos.
Cómo mejorar los gráficos y sesiones de juego con al Xbox Series S
Con tu consola Xbox Series S tu mejor aliado será el menú de configuración de la propia consola y tu pantalla plana o smart TV con sus opciones de calibración del alto rango dinámico HDR que amplía la gama de colores y contrastes, lo que invariablemente mejora la experiencia de juego a menos que se trate de algo demasiado cinematográfico.
El primer paso es configurar todo desde la propia consola. Ve al panel principal de configuración en la Xbox Series S y sigue estos sencillos pasos:
- Selecciona la opción “General”.
- Haz clic en las opciones “TV y Pantalla”.
- Ve al apartado de modos de vídeo y selecciona la opción “Permitir HDR10 y Dolby Vision”.
- Si tu pantalla es compatible con ambas tecnologías en automático verás algunas mejoras palpables en la interfaz y los gráficos.
Pero también es indispensable ir al propio menú de configuración de tu pantalla para buscar si cuenta con un modo de imagen para videojuegos.
Al cargar este modo de pantalla se calibrarán elementos básicos como la latencia de imagen y el balance de contrastes para acoplarse mejor a la consola con los cambios seguidos en los pasos iniciales.
Con estas mejoras tendremos una mejor experiencia de juego.